Fénix 15, 127-170

BIBLIOGRAFIAS NACIONALES 137 (Ley 11.723), que ha sufrido algunas modificaciones, que sin duda serán ob- jeto de ajustes y de amplios debates parlamentarios, instancia en que los edi- tores plantearán sus problemas. Por lo demásf Argentina ha ratificado, en 1957, la Convención Universal de Ginebra sobre Derechos de Autor. Instituciones gremiales: el apogeo editorial y librero, que hacen de Buenos Aires 'la metrópoli de irradiación cultural en toda el área idiomática, pronto se traduce en la primera creación institucional, a l fundarse en 1938 la Sociedad de Editores Algentinos, luego de cclebrarse el Primer Congreso de Editores e Impresores Argentinos. Las empresas fundadoras fueron las siguien- tes: Editorial Pan América, Librería Anaconda, Editorial Sopena, Librería El Ateneo, Editorial Tor, Editorial Atlántida, Eroín Barna, Cabaut y Cia., Editorial Federico Crespillo, Editorial Claridad, Librería la Facultad, Libre- ría Hachette, Espasa-Calpe Argentina, Adolfo Kapelusz y Cía., Editorial Hoh- by, Editorial Sur, Librería Jurídica, J. Lajouanne y Cía., López y Cía., Porter Hnos., Molly Lasserre, Edit. Quillet, Angel Estrada y Cía. La entidad así fundada se transformó, en 1939, en la Cámara Argentina del Libro, en cuyas diversas categorías sociales se representaron todos los intereses vinculados al libro. En 1936 se produce una escisión grcm-al, separjndose un grupo de socios de la entidad madre, que constituyeron la Sociedad Argentina de Edi- tores. En 1955 se produce la unificación gremial en torno de la Cámara Ar- gentina del Libro, en cuyo Consejo Dircctivo están representadas las siguien- tes categorías de socios: activos, adherentes, importadores, distribuidores y libreros. En 1957 se produjo una nueva escisión social constituyéndose la Cá- mara Argentina de Editoriales Técnicas. Este rápido panorama de la industria editorial ~rgent ina tal vez pueda inducir al lector a un concepto excesivamente pesimista. En verdad, la indus- tria editorial, desde hace años, soporta las consecuencias de una situación económico-financiera particularn~enteadversa, y un proceso intenso de des- capitalización que es común a muchas otras actividades. Recientes disposicio- nes del Banco de la Nación Argentina, acordando un crédito especial a la ac- tividad editorial abren perspectivas favorables, quc posiblemente se comple- menten con una política adecuada en cuanto ai aprovisionamiento regular de materias primas y el reequipamiento de la industria gráfica. A pesar de los quebrantos y dificultades que se experimentan en esta compleja actividad, los editores argentinos, con oportuna., rectificaciones en la orientación de los catálogos y con un acrecentamiento de los medios de promoción de ventas, lograrán consolidar la situación. Se trabaja con fe en un mercado en cons- tante crecimiento y en una progresiva evolución en cuanto a su calidad. BOLIVIA, por Marcela Meneses y Werner Guttentag Parecería que la historia de la industria del libro en Bolivia debiera arrancar desde a;lá por el año 1612 en que se instaló la primera imprenta "Juli" en la jurisdicción de la Audiencia de Charcas del Alto Perú, hoy Bo- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.15, 1965

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