Fénix 16, 243-270
LA ESCUELA NACIONAL DE BIBLIOTECARIOS DEL PERU 245 de Bibliotecarios. Desde su creación la Escuela ha fomentado el surgimiento de bibliotecas y ha acumulado una experiencia que le permite constituirse en insti– tución rectora de la educación bibliotecológica del país; sin embargo, conviene que evaluemos su acción y determinemos cuál ha sido su aporte. Creemos que a fin de tener una idea clara del papel que cumple la Es– cuela en el Perú, es necesario que la ubiquemos en el marco histórico que le co– rresponde; para ello vamos a referirnos al origen de la educación bibliotecológica y a la creación de las escuelas que la han antecedido. n. Las primeras escuelas de bibliotecarios El origen de la formación profesional del bibliotecario es incierto. En 1826 Martín W. Schrettinger en su Essay of a Complete textbook of Library Science (Munich) sugirió la creación de escuelas para el entrenamiento de biblioteca– rios. F. Rullman, bibliotecario de la Universidad de Freiburg en 1874 delineó un curso universitario de ciencia bibliotecológica, el cual parece que nunca fue die– tado. Sin embargo, los primeros escritores hicieron énfasis en la Bibliografía más que en la Administración bibliotecaria (4). En Francia se impartió por primera vez instrucción bibliotecaria en forma sistemática, al fundarse la Escuela de Chartes. En esta Escuela se confirió prime– ra importancia a los manuscritos, a las técnicas de archivo y al estudio de las fuentes de la historia de Francia. Reformado su plan en 1846, inició a sus alum– nos en la clasificación de archivos y bibliotecas (5). La primera Escuela de Bibliotecarios de América fue creada por Melvil Dewey, en la Universidad de Columbia, New York, en 1887. Los estudios en esa época fueron de índole eminentemente práctica. En 1902 se exigía ya, en la Escuela de la Universidad de Columbia, 4 años previos de formación univer– sitaria para realizar estos estudios (G). En 1915, se creó la Asociation of Ame– rican Library Schools, la cual orientó la política educativa concerniente a la Bibliotecología (7). El informe Williamson de 1923, sugerido y costeado por la Carnegie Corporation, recomendó, que las escuelas de bibliotecarios funcionaran anexas a universidades para asegurar el nivel superior de sus estudios. En el curso de 80 años, desde la creación de la Escuela de Columbia, la ciencia biblia– tecológica ha experimentado notables progresos en este país, adelantos que han influído decisivamente en el desarrollo de las bibliotecas de América Latina. En Argentina, por iniciativa del Consejo Nacional de Mujeres se creó el primer curso de Bibliotecarios de América Latina el 8 de octubre de 1903. En (4) The Encyclopedia Americana. New York, Americana Corporation, 1944. t. 17,. p. 357. (5) Larousse du XXe. siecle. Paris, 1930. t. 3, p. 39. (6) Carnovsky, Marian S. Introducción a la práctica bibliotecaria en los Estados Uni– dos, Chicago. A.L.A., 1941. p. 71. (7) Berelson, Bernard, ed. Education for librarianship. Chicago, A.L.A., 1949. p. 45. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.16, 1966
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