Fénix 16, 41-112
66 FENIX sociedad que aspira a su desarrollo económico y a la integración cultural sin la cual ninguna economía cobra sentido. No ha existido jamás en la historia el caso de un país que haya desarrolla– do económica, social ni culturalmente sino por acción propia. Todavía son mu– chos los pueblos que continúan creyendo que el bienestar a que aspiran ha de serles otorgado íntegramente por las leyes del Estado o por las promesas y pro– gramas de los políticos o por la acción de los gobiernos. Los políticos disfrutan en estos países de un prestigio que puede compararse al que antaño tuvieron los magos, los guerreros, los adivinos. No. El Estado es necesario porque cons– tituye una fuerza de equilibrio basada en la ley; son igualmente necesarios los políticos y los gobiernos justos. Pero con ser inmensas las posibilidades de su acción, el Estado, los gobiernos y los políticos poco pueden hacer en definitiva si la obra que prescriben las leyes y los planes integrales de desarrollo no es realizada por los pueblos mismos, como una emanación de su fuerza interior, de su temple espiritual, de su voluntad de servicio a las tareas de su tiempo. El libro está en el origen de esta fuerza interior. El muestra qué es lo que cada uno debe hacer en beneficio propio y en servicio de la sociedad. Es un complemento indispensable de la educación que se ha recibido en la escuela o en el colegio o en el politécnico. Es el instrumento de renovación imprescin– dible para quienes tienen ya una carrera. El nos indica cómo podemos prepa– rarnos para un trabajo útil o cómo podemos progresar en el taller artesanal, en la fábrica, el campo de cultivo, el villorrio; cómo podemos señorear sobre la naturaleza y sacar provecho racional -s-aun sin mayores medios económicos y sin grandes maquinarias- de ríos y mares, lluvias y desiertos; cómo podemos alternar con otros hombres y comprender otras [ormas de vida; cómo debemos educar a nuestros hijos y mantener buenas relaciones familiares; cómo usar nuestras horas libres y convertir el ocio en una actividad capaz de realizarnos a nosotros mismos como seres humanos. El libro se confunde con la vida toda. Es la humanidad íntegra que se pone al lado de nuestro pensamiento y nuestra acción para vivificar/os día a día. No hay duda que el Perú necesita ahora bibliotecas públicas. El estado está empeñado en una expansión sin precedentes de los servicios educativos. Pero ¿cómo podrían maestros y alumnos seguir el paso de semejante expansión si carecen del libro, que es un instrumento indispensable? ¿cómo, en una so– ciedad que implacablemente exige rendimientos cada vez mayores al intelecto del hombre, podrían el artesano, el profesional rural, el campesino, el funciona– rio público hacer lo que deben si carecen de bibliotecas públicas? Inútiles serán los esfuerzos educativos y los planes nacionales de desarrollo. La biblioteca complementa a la escuela y la re-crea incesantemente. En un cierto sentido, la educación es el proceso mediante el cual el ser humano se capacita para hacer buen uso del libro. Las bibliotecas públicas comienzan a desarrollarse en el Perú justamente cuando el país las necesita inaplazablemente. Ellas han sido entregadas a la institución que representa a la comunidad, a saber, el Municipio. Estamos en la iniciación de un proceso histórico venturoso y decisivo, un proceso que rema- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.16, 1966
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