Fénix 16, 41-112
78 FENIX mente se interrumpen para ceder el paso a actividades ocasionales y sin tras– cendencia. Todo aquello que es permanente necesita de un órgano asimismo permanente. El servicio bibliotecario ha de estar sellado con este carácter de estabilidad, como signo visible de que el Concejo está decidido a satisiacer sin intermitencias una necesidad esencial. En algunos C{lSOS, el local no podrá ex– ceder las dimensiones modestas de una habitacion. No importa. Esta habitación. que ha de ser biblioteca y sólo biblioteca, puede estar situada en el propio edi– ficio de la Municipalidad. Si así no fuera posible, el Concejo puede alquilar una habitacián o pedirla en cesión a otra institución pública o a algún vecino de buena voluntad. Lo esencial, lo decisivo, es que el Concejo tenga la intención de dar a su biblioteca una morada permanente propia. Con una intención firme y una campaña bien organizada y constante, el albergue de la biblioteca será siempre una realidad. Los muebles reservados a la biblioteca no deben ser en ningún caso, ba]o ningún motivo, destinados a actividades diferentes a las de los servicios a 10,1 lectores. La experiencia muestra que aquí hay una dificultad que por desgracia se reitera aún en las ciudades y distritos más importantes. Retirar mesas y sillas, mostradores y estantes y aun cuadros y objetos ornamentales para utilizarlos en actuaciones eiimeras y de ostentación, equivale él subordinar un servicio per– manente y fundamental a solicitaciones adjetivas. La observación de que unas horas o un día de interrupción de los servicios no han de perjudicar significati– vamente tales servicios, es objetable desde todo punto de vista. Es objetable sobre todo porque ella revela un oculto o declarado desdén por el servicio bi– bliotecario y por el pueblo que hace uso de él. Algunas veces ha sucedido in– cluso que los muebles enviados a las bibliotecas municipales por el Fondo San Martín han sido desterrados del local en que servían para destinarlos a fines extraños a la ley. Otro requisito fundamental para una organización adecuada de los servi– cios bibliotecarios es que los Concejos reserven personal dedicado de manera exclusiva a las bibliotecas, Este personal no debe sustraerse al servicio para atender otras funciones del Concejo, como ocurre una y otra vez, aquí y allá. Sin un personal cuyas tareas tengan por finalidad exclusiva la atención de la biblioteca, los servicios son imposibles y la política cultural del Concejo se hace ilusoria. Este personal debe ser permanente. La Biblioteca Nacional del Perú, por intermedio del Fondo San Martín, ha organizado un cursillo de capacitación para el personal no profesional que sirve en las bibliotecas municipales del Perú; en el futuro, esta actividad continuará. La Biblioteca envía asimismo personal profesional a las distintas bibliotecas municipales, con la finalidad de aumentar la aptitud de quienes sirven en ellas. Todos estos esfuerzos resultarían vanos si el personal no es permanente y si se restan horas y días a su labor, destacándolo a otras actividades. Es preciso, es absolutamente preciso asimismo, dar a este personal la ma– yor responsabilidad y autonomía de trabajo. Nadie pone en duda la facultad del Concejo y del Inspector respectivo para ejercer las funciones de control que le son consubstanciales. Tal autoridad, al igual que toda autoridad, debe estar Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.16, 1966
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