Fénix 16, 41-112
80 FENIX habrían de conservarse completas, ofreciendo a los estudiosos las imágenes do– cumentales que el pasado forjó de sí mismo a fin de que sean reinierpretadas a la altura en que hoy se respira la historia. Nuestra Casa no desatiende, desde luego, este servicio fundamental, que la convierte en memoria activa de la Na– ción. Pero, al mismo tiempo, ha de funcionar como biblioteca pública, biblio– teca universitaria, biblioteca especializada en todos los campos del saber, biblio– teca escolar, biblioteca infantil, centro de documentación múltiple. No hay duda que semejante pluralidad de funciones desquicia y perjudica la misión esencial de la Biblioteca Nacional del Perú. Y, sin embargo, no es posible por el mo– mento desatender esas funciones advenedizas. Las bibliotecas públicas que ac– tualmente funcionan en Lima están muy por debajo del mercado de lectura de la ciudad. Se adivina sin dificultad que el problema es aún más grave en pro– vincias. La carencia de bibliotecas descarga sobre la Nacional del Perú Uf! aluvión de lectores, que son tierra removida por las necesidades recientes de la educación de masas. Cerrar las puertas de la Biblioteca Nacional a esos grandes grupos de lectores equivaldría a contrariar una corriente histórica que en verdad nadie puede detener. Esos lectores representan los gérmenes de un desarrollo real, la germinación de una vida interior colectiva, el punto de partida de un movimiento democrático que terminará por recorrer a todo el país. La actual afluencia de lectores tiene connotaciones positivas. Las Bibliotecas Na– cionales, en Lima, Ciudad de México y Buenos Aires, en esfuerzos despropor– cionados a su medios y naturaleza, están contribuyendo a forjar generaciones culturalmente mejor dotadas. La abundancia tumultuaria de lectores, acopiada en los recintos de la Biblioteca Nacional, expone un proceso de renovación so– cial, proceso cuyo valor final trasciende las demandas que cualquiera biblioteca puede hacer para preservar su propia naturaleza. A las bibliotecas municipales públicas que actualmente funcionan en el país acuden asimismo, en número creciente, universitarios, escolares y niños. La Biblioteca Nacional, por intermedio del Fondo San Martín, ofrece su auspicio a los servicios correspondientes, aun cuando sabe que ellos deberían 'ifr prestados más bien por bibliotecas de naturaleza diferente. El examen de la situación lleva como de la mano a concluir que el país necesita más bibliotecas. Los medios actuales, sin embargo, son insuficientes. Dentro de una política de planearniento del desarrollo de las bibliotecas, pro– cede preguntar cuál es el paso que debe darse con la mayor urgencia. Este pro– blema tiene, en nuestra opinión, una respuesta y solamente una: es imperativo alentar de inmediato la biblioteca escolar. Son pocos, muy pocos, los centros educativos que actualmente cuentan en el Perú con bibliotecas adecuadas. Aparte de unas pocas grandes unidades es– colares, los colegios y las escuelas están desprovistas de ellas. Aún más: las bibliotecas escolares de los centros que las tienen funcionan con horarios incon– venientes. Descontadas las universidades principales y más antiguas, las nuevas apenas si cuentan con libros. Es importante anotar, de paso, que son las escue– las y los colegios privados quienes con mayor empeño se esfuerzan por estable– cer o ampliar bibliotecas propias. En el número 5 de la Gaceta se publicó una Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.16, 1966
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