Fénix 17, 3-33
EN LA BIBLIOTECA NACIONAL III. LA FORMACION DE LA TERCERA BIBLIOTECA NACIONAL (1943-1948) 15 No voy a repetir aquí los detalles de la acción realizada en este estable– cimiento entre 1943 y 1948 en parte, narrada en el folleto titulado "La Biblio– teca Nacional" (que debió ser seguido por una memoria sobre los años 1945– 1947, inédita hasta ahora) y paso a paso puede seguirse en las publicaciones que fundamos: la revista Fénix, el Boletín de la Biblioteca Nacional y el Anuario Bibliográfico Peruano. Voy a limitarme tan sólo a una apretada síntesis y a algunos recuerdos y opiniones que no pueden ser consignados en documentos oficiales. ' El principal tema a considerar y decidir en relación con la Biblioteca Nacional, era, en junio de 1943, uno teórico o principista: ¿cuáles debían ser sus objetivos? ¿Podía intentarse una copia o imitación de lo que hiciera don Ricardo Palma? ¿Debía tratarse de hacer una mera reparación de la institución? ¿O era necesario crear una entidad nueva? Lo primero parecía cosa imposible. Don Ricardo Palma fué una figura única. Lo segundo, en mi concepto, no era de desear. En suma, la única coyuntura de hacer en 1943 una obra de gran formato, con perspectivas de permanencia y de servicio a las generaciones futuras del Perú, estaba en el tercer camino, el más difícil. Había que for– mular el plan de una Biblioteca técnica tratando de dotarla de todos los servi– cios de las modernas instituciones de ese tipo, adaptados a las circunstancias propias o peculiares a base de la experiencia internacionalmente obtenida, for– mando una biblioteca popular para el gran público junto con un instituto de investigación bibliográfica y procurando, al mismo tiempo, echar las bases de una acción futura de la Biblioteca Nacional sobre el desarrollo bibliotecario en todo el país. "Era mi convicción profunda (he escrito en el folleto La Biblioteca Nacional de Lima 1943-1945) que las llamas oprobiosas del incendio debían haber destruído algo más que libros, manuscritos, estanterías. Sobre sus cenizas sólo le cabía al Perú erigir otra institución, no para que fuese lo más parecida posible a la antigua, sino para que tratara de ser lo más parecida posible a lo que significa una biblioteca moderna en un país democrático. La incuria bu– rocrática tenía responsabilidad directa o indirecta, en el siniestro; a ella habíase sumado también el viejo espíritu. La reconstrucción tenía que ser total: libros, servicio, organización, personal, espíritu". Por eso consideré necesarias las tres condiciones que señalé al Presiden.. te Prado para asumir el cargo de Director de la Biblioteca y que fueron acep– tadas: criterio técnico en la organización del nuevo establecimiento, Escuela de Bibliotecarios, autoridad plena para manejar la Biblioteca y para tratar directa– mente con el Presidente de los grandes problemas que la reconstrucción suscitara. A eso se agrega otro punto que, sin odio o malquerencia para nadie, agregué y que me pareció, asimismo, imprescindible: el personal antiguo que, sin duda, haría resistencia contra las nuevas orientaciones, sería transferido a otras depen– dencias del Ministerio de Educación, salvo un pequeño grupo que podía ser muy útil y en cuya aptitud tenía además plena confianza, por haberlo conocido bien durante diez años, entre 1919 y 1930. En este grupo estuvieron Alejandro Lostaunau, Andrés Viccina, Germán Univazo y Jorge Moreno que tantos y tan meritorios servicios prestaron a la institución en la heroica etapa de su recons– trucción. Largos meses de trabajo, mañana y tarde y a veces en la noche, em– pezaron en el devastado local de la calle de Estudios. Inmediatamente pusimos Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.17, 1967
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