Fénix 17, 34-38

PAJATEN 37 Dividiendo estos dos cuerpos existe en todo el perímetro una fuerte mén– sula que sobresale del plano del cuerpo inferior 40 cms. hallándose el cuerpo superior ligeramente retirado respecto al plano del cuerpo inferior. Tanto los muros de contención, escalinatas, plataformas y muros, así como los elementos decorativos son de piedras pizarrosas, a excepción de las cabezas clavas y otras piezas escultóricas que son de arenisca roja. Los elementos pétreos están asen– tados con barro, el mismo que en su mayoría ha sido lavado por el agua de lluvia. En el sector Sur-Oeste (referido al grupo N9 1) es decir en la garganta que une las ruinas al farallón, existe un alto muro de contención de doce metros de altura aproximadamente y de una longitud de 200 metros. En el edificio ]\iv 2, ubicado al Este del edificio más alto (N9 1), se han hallado las más ricas ornamentaciones pétreas de todo el conjunto puesto al descubierto. Solamente en el sector en el cual se ha construído el campo de aterriza– je para helicópteros, se han podido ubicar hasta la fecha ambientes con plantas rectangulares. En los demás sectores que tienen una topografía ondulante, las edificaciones han adoptado formas orgánicas y la adaptación a esta topografía es adrnirable . Debemos anotar que las ruinas de las que tratarnos, no son las que corresponden al llamado "Pueblo Viejo de Pajatén": Además no estamos en grado aún de precisar si corresponden a un gru– po habitacional o a edificaciones de carácter ceremonial o necrópolis. El pueblo de Pajatén del cual sí algunos cronistas del virrey nato y otros viajeros contemporáneos nos dan referencias, se encuentra ubicado en la zona baja y a orillas del río Pajatén (400 mts. snm.), en la ruta hacia Juanjui; zona que será explorada posteriormente, partiendo de Juanjui y remontando los ríos: Huallaga, Huayabamba, Jelache y Pajatén, (ver croquis) Trabajos el/ las ruinas Luego de la exploración de la zona se ubicó el área conveniente para la construcción del helipuerto. La limpieza de las ruinas fue el siguiente paso, trabajo para el cual se tomaron las providencias del caso a fin de no dañar en lo más mínimo la integridad de los elementos arquitectónicos del conjunto ar– queológico. Cabe anotar que las ruinas halladas son tal vez las únicas en el Perú, que no han sufrido las clásicas previas destrucciones de buscadores de tesoros y que los únicos daños que se observan se han producido por derrumbes de las piezas, empujadas por las raíces de los árboles desarrollados, luego de in– filtrarse en los intersticios de los muros. Sin embargo en algunos casos, estas mismas raíces han contribuido a la contención de los muros, habiéndose determinado la permanencia de las mismas, confiriéndole al conjunto una mayor plasticidad. Es indispensable que esta tarea de limpieza, exploración, estudios y vigilancia, no se detenga y que no decaiga luego de los justificados primeros momentos de entusiasmo; y, es por ello, que esta tarea debe intensificarse y que los trabajos deben proseguir en toda la zona comprendida entre los ríos Huallaga y Marañón, por cuanto parece ser, por los precedentes y recientes descubrimien– tos en dicha zona, que ha florecido en ella una importante cultura de la cual estamos recién tomando conocimiento y, que en un futuro que esperamos cer- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.17, 1967

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