Fénix 17, 63-91

LA ORlENTACION DE LA LECTURA 77 concepto contrapuesto al actual del libro, -muy superior- es la de que cons– tituye en parte una medida propagandística excelente para la ilustración libresca y también una exageración que da la impresión de aumentar el valor de la con– quista del libro por la colectividad. En realidad, la perspectiva del libro está trunca. Se ha perdido la visión del "libro de siempre". Al modelarse un instrumento en el libro, se le ha mutilado. Afortunadamente, la valoración suprema del libro persiste en algunos individuos que consiguen marginarse dc la absorbente multitud. José Enrique Rodó dice en) : "hay libros de los que se puede preguntar ¿Qué sentirán leyéndolos los hombres del futuro?, como se puede indagar por las nuevas sensaciones que despierten una puesta del sol, el mar o la montaña". Es por estos hombres y por estos libros que la época actual, en su esencia, se hermana con el pasado y entreteje el porvenir, manteniendo insoluble la continuidad de la trayectoria humana. 6. - El libro como instrumento cultural de la sociedad actual. Acéptese que el libro es un instrumento de la sociedad de masas. De las dos funciones que cumple, está claro que la primera --divulgar la cultura básica– es, si no absolutamente anterior, por lo menos condicionante de la segunda-– comunicar mensajes culturales necesarios para la marcha social. Es repre– sentando su primera función que al libro se le considera hoy instrumento cultural. Ahora bien, para juzgarlo en esta función, una aproximada visión del tipo de cultura que al libro se le hace difundir, la puede proporcionar, no la cultu– rología, la sociología ni la filosofía actuales, sino el bibliotecario, que es el in– mediato encargado y responsable de manejarlo como instrumento. El valor social del libro está supeditado en última instancia al concepto que de él tenga el bi– bliotecario. Según los dirigentes del movimiento bibliotecario mundial el), existen dos grandes corrientes culturales en la época: la de especialización intensiva y la que hace converger el conocimiento de toda especie, simplificado, a la masa. Para las dos corrientes, hay también dos clases de libros, los científicos y los popu– lares o de divulgación, y existen asimismo, dos clases de bibliotecas: de estudio y de vulgarización. Es saltante que en esta concepción bibliotecaria no está re– presentada toda la cultura. Se ignora completamente la literatura y toda aquella inmensa cantidad de manifestaciones culturales, de todos los tiempos, que la ciencia no ha cubierto aún completa o debidamente, como son la religión, el arte, la moral, etc. La concepción de cultura de los encargados de difundirla ado– lece de un defecto que refleja justamente uno de los grandes problemas culturales de esta época: aislamiento y desubicación con respecto al pasado. Se vive la "era de la ciencia" y se pretende que con ésta se abarca también todo 10 que siempre ha sido patrimonio cultural de la humanidad. Es clecir que existen quienes creen que en el presente se retrotrae todo el bagaje cultural de la humanidad para asimilarlo con la modalidad de ciencia. Ciertamente, una tendencia científica ac– tual es ésa; pero de allí a que la meta sca una realidad dista mucho. Aquella meta sería el ideal de una humanidad ya iniciada en el camino de la perfección, que hubiera incorporado a esquemas exactos sus conocimientos y experiencias milenarios y que los dominara racionalmente. Existen hoy solamente infinidad de disciplinas que tocan campos hasta hacc decenios vírgenes para la ciencia: sicología de la religión, del arte; el sicoanálisis aplicado a las más variadas ac- 36. Rodó, .EI camino de Paros. 37. Instituto Internacional de Cooperación intelectual, Role ct formation du Biblio– thécaire. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.17, 1967

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