Fénix 17, 63-91

FENIX tividades humanas; la sicología social y la sicología comparada, extraordinaria– mente desarrolladas, por ejemplo. Como se aprecia, las nuevas disciplinas científi– co-culturales importantes, verdaderamente esclarecedoras, parten de la comprensión del hombre creador de la eultura--- para entender desde él los mecanismos que funcionan en las más variadas actividades culturales. Pero los mismos investigadores del alma humana y sus manifestaciones advierten que sus tentativas científicas son mayormente rudimentarias y provisorias --- Jung e~), por ejemplo demuestra constantemente, directa e indirectamen te, que en las doctrinas religiosas del Oriente hay grandes filones intactos para la psicología. Se puede decir que en la actualidad está operándose un proceso colosal de cientifización de la cultura, cuya meta es el ideal positivista. Aunque esta transformación de la cultura de todos los tiempos en ciencia actual esté llevándose acertadamente y sea posible ---lo cual es la opinión ortodoxa-s- es incontrovertible que aún no es una realidad. Por lo tanto, la identidad ciencia-cultura, que se pretende hacer. es equivocada, por insuficiencia de la primera. Schopcnhauer e') dice que la vida de una generación cs muy corta para abarcar todo el saber humano y que por eso, en un momento histórico dado muy poco del saber humano se encuentra vivo en los cerebros de los hombres y en los libros que ellos escriben. Esta es una idea con resonancia de verdad que no se puede soslayar para estimar el valor cultura! de la ciencia actual, que es obra de tres o cuatro generaciones. El filósofo alemán va más adelante al afirmar que lo distintivo dc una época son sus errores, pues lo cierto es siempre semejante, con lo que hace tambalear todas las seguridades de los habitantes de esta "era científica". Hay un solo hecho, comprobado por la misma ciencia (40), que es argu– mento contundente sobre su relativo valor cultural. Casi todos los científicos, aun los más brillantes, mantienen durante toda su vida las ideas fundamentales que adquirieron en su niñez. Este detalle demuestra que un mínimo de su consti– tución intelectual y espiritual ha evolucionado, mientras que sus estructuras ele– mentales permanecen inertes y pasivas, fieles al molde vulgar que les fue tempra– namente impreso. Schopenhauer también percibió esto: "dada la extensión de las ciencias, para hacer en ellas algo útil, se debe tomar una sola rama y en todo jo demás se forma parte intelectualmente del vulgo" (11)_ En resumen, la ciencia no es equivalente a la totalidad de la cultura, y menos a sus zonas esenciales-eminentemente espirituales. No obstante, las bibliotecas y los libros en su misión ilustrativa, buscan divulgar sobre todo aqué– lla. Aquí puede estar una de las causas principales del fracaso transitorio de la ilustración masiva. Pero esta equivocación además afecta la conservación de la cultura, pues como consecuencia de la generalización del criterio bibliotecario al campo editorial, casi todos los libros "culturales" de hoy reflejan la tendencia se– ñalada. Esto hace que aun la gente incorporada a la cultura desde hace varias generaciones vaya perdiendo su nivel. Como anota Valéry Larbaud (42), al abo– gado que ice de derecho y al médico que de medicina, no se les llama iletrados y sin embargo Jo son, porque les falta cultura literaria, artística, filosófica (de las que sus ramas están completamente desvinculadas y las que tampoco se adquieren, generalmente. ca las ligeras lecturas de distracción). Y para los hombres ávidos de la verdadera cultura la búsqueda del alimento es problemática, pues sólo }i). Jung. Lo inconscierue en la vida psíquica normal y patológica. }9. Schopcnhauer, Escritos literarios. 40. Encyclopaedia Britannica. 41. Schopenhauer, Op. cito 42. Larbaud, Ce vice irnpuni. la lecturc. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.17, 1967

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