Fénix 17, 63-91

84 FENIX alimentos de los libros. Ya se ha visto la evolución de la lectura-placer espiritual. La nueva. etapa de la ~ec.tura que el hon;bre empieza, al captar valores espirituales en ella, tiene la peculiaridad de ser autonoma. El movimiento de la voluntad del lector nace en su .ser Intimo. Esta conquista ya comienza a singularizar al indivi– duo., ~s extraordinario que en la sociedad alguien actúe por motivos íntimos; las . unrcas razones que se concibe son las exteriores, como explicación de las acciones. Desde que el libro es interés social, la lectura ha sido desproporciona– <lamente heterónoma. No hay necesidad de repetir apreciaciones sobre la educa– ción obligatoria, ni sobre el grueso de la lectura social, éstas que ya se han hecho en el capítulo 3. La tendencia de la gente a leer por motivos de masa, inclusive ha sido explotada por los gobiernos y por ciertas minorías, los que hábilmente han sabido llevar el interés del público a temas, predominantemente religiosos o políticos, lanzándoles libros escritos ex-profeso. Aun la lectura uti– litaria, que es la más difundida, responde solamente a la satisfacción de intereses adquiridos o, en el mejor de los casos, al cumplimiento de un papel social. La lectura autónoma -originariamente al menos- únicamente responde a la pre– sión del propio espíritu del lector. Ha escrito Ortega y Gasset (61) que "la cultura es hija del placer y no del trabajo" (habría que acotar que usualmente el placer pide trabajo). Esta frase ilumina. Entonces ¿cómo negar la prioridad del placer como condición para acercarse a la cultura? Sólo quien se acerca por simpatía a algo puede aspirar a comprenderlo. Luego, amar a la cultura, reconociéndola como medio para la subsistencia del espíritu ---soplo primordial de la vida humana- debe ser la actitud inicial para aprovecharla. IV.- LA POS/ElUDAD DE LA LECTURA AUTONOMA 10. -Los factores humanos enemigos de la lectura. Tal como se ha presentado la evolución de la lectura-placer hasta la lectura autónoma, el arribo a ésta parece, en la teoría, libre de obstáculos ma– yores. En la práctica, sin embargo, hay dos obstáculos, grandes pero no insal– vables, que tiene la gente para llegar eventualmente a la lectura autónoma: la falta de tiempo para leer y la falta de dinero para comprar libros (62). Ambos son factores sociales, cuya solución no compete directamente al bibliotecario, y que en muchos lugares del mundo son afrontados exitosamente por el Estado, mediante un incremento considerable de bibliotecas y del movimiento de exten– sión bibliotecaria. Empero, dentro del mismo esquema teórico que se está tra– zando, queda sin considerar un formidable inconveniente para la lectura autóno– ma: una resistencia innata del hombre hacia ella. En la naturaleza normal del ser humano hay factores que se oponen a la realización de una actividad como la que implica este tipo de lectura. Emile Faguet (1847-1916) (63) se ha re– ferido a este inconveniente, ubicándolo en tres características humanas: la pa– sión, el amor propio y el espíritu de censura o crítica. La vida misma es enemiga de la lectura, pues ella no es contemplativa sino dinámica. Un hombre que lee debe dominar sus pasiones; debe acallar su 61 . Citado por Larbaud, Op. cito li2. Díaz-Plaja. Op. cito 63. Faguet, El arte de leer. 64. Reyes, La experiencia literaria. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.17, 1967

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