Fénix 17, 63-91

90 FENIX Además de las circunstancias histórico-personales que afectan íntimamente la verdad que expresa un libro, hay otros elementos que inevitablemente la en– v~lelven .. Las. ideas que e~p~!!en, verbigracia, los novelistas, son elaboradas por ~Iertas sItuaclOn~s e~ la ficción y. se desarrollan dentro de ella: "Papá Goriot", oe Bal~ac por ejemplo, no es el drama de la avaricia en general, sino el de un d~tennll1~d~ avaro (que pertenece a una fam~lia burguesa francesa del siglo 19) (' 8). CaSI SIempre, la lectura da menos conocimientos sobre el alma humana que sobre situaciones concretas de ella, pero éstas y las trayectorias que dibujan son el valioso elemento inmediato para comprenderla. Alain (89), refiriéndose a los literatos y filósofos, afirmaba que no dicen en sus obras lo que piensan y sienten verdaderamente, éstos por la frialdad del sistema, aquéllos por la pasión del re– lato. En ambos casos, es necesario para el lector "emplear la sorpresa" y descu– brir los momentos en que se traicionan. Bajo el armazón que van ensamblando, se esconde el hombre, que es lo más interesante. El armazón no se subestima: la trama, el estudio, el sistema o la teoría, se consideran, valorizan y disfrutan, pero como productos. Mediante la lectura activa, el lector busca aprehender el fondo humano de los libros, y a partir de él le resulta fácil entender y asimilar su con– tenido cultural. V. LA MIS/ON ACTUAL DEL BIBLIOTECARIO Ortega y Gasset, en su conferencia "La misión del bibliotecario", pro– pugna que, dada la situación actual del libro y la cultura, la labor capital del bibliotecario sea ejercer la policía del libro. Esto quiere decir que aquél debe encargarse de velar por el cumplimiento de ciertas normas en los campos de producción y aprovechamiento del libro, para superar las graves irregularidades y defectos que éstos presentan. Esta misión supone una labor ímproba y colosal para el bibliotecario, que incluso sería excesiva para cualquier profesión o grupo humano. En realidad, cualquier solución del problema del libro mediante normas aplicadas directamente parece, por muchas razones prácticas, una utopía. Ade– más, en las páginas precedentes se ha apreciado que los problemas del libro y la lectura tienen su origen en algo más profundo que el descuido de ciertas reglas que deban normarlos. El panorama presenta, esencialmente, la pérdida de la perspectiva del libro verdadero, reemplazado por un disminuido sucedáneo y la existencia de una facultad de leer trunca que impide llegar al disfrute de la cul– tura auténtica. Las reglas elementales pertinentes, que en el pasado estuvieron restringidas a la práctica de una minoría, que afortunadamente manejaba la cultura y el libro, hoy parecen haberse olvidado, Las tendencias que se auscultan en el público son todas equivocadas, descaminadas. Sucede que, por un designio po– lítico, la cultura se ha vertido bruscamente en toda la extensión de la sociedad y la masa se ha apoderado, de hecho, del medio empleado, el libro. La masa >;;s la fuerza suprema. Ella no ha entendido la visión de la cultura que precipitada– mente se le puso en los ojos y hace marchar la sociedad alejada de aquélla. Al– gunos espíritus clarividentes han dado la voz de alarma sobre el insospechado peligro que esta dirección encierra. El mismo Ortega y Gasset habla de la "bar– barie de la especialización"; todos ellos coinciden en señalar la horrible posibi– lidad de que el ser humano enajene su espíritu y dé al traste con milenios de civilización laboriosamente conseguida, por estarse forjando un ambiente asfixiante 88, Tomado de Cacéres, Op. cit. 89. Citado por Guitton, Op. cito Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.17, 1967

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx