Fénix 17, 63-91
LA ORIENTACION DE LA LECTURA 91 para aquél. El hombre actual habita en urbes, dentro de las cuales ha perdido con– tacto con la naturaleza exterior y cuyo ritmo de vida le impide ocuparse de su na– turaleza interior. Rodeado ele una automación intensiva, necesaria para la super– vivencia colectiva, vive el riesgo de perder -olvidar- su rol creador y directriz y convertirse en un mecanismo más. Esta dirección desconcertante de la civili– zación se debe a un sencillo hecho: la masa ha asimilado la técnica v no la cul– tura. Ella ha entendido los criterios y normas prácticas, pero no las verdades incondicionadas que son el sustento primero ele aquéllas y su meta. Se ha aprove– chado medios ignorando los fines. ¿Por qué ha ocurrido este fenómeno? Aquellos de pensamiento aristocrático recurrirán al fácil expediente de atribuirlo a la me– diocridad intelectual de las mayorías. Y en cierta forma tienen razón: la masa es mediocre. Pero lo es por su sola condición de pluralidad compacta de indivi– duos, no por la calidad intelectual de cada uno de sus componentes. Tiene casi tan bajo cuociente intelectual una masa de campesinos como una masa de escritores, por ejemplo (no). Se ha tratado de impartir la cultura y la técnica por medios ma– sivos. En el aprendizaje de la materia superficial, de ejercicio mecánico, ha habido éxito, pero en el de la que requiere la activación de procesos síquico superiores, se ha fracasado. El fracaso ha sucedido, tal vez, por dos razones fundamentales: porque el proceso de captación es delicadamente individual y porque la cultura no se aprende: se siente y luego se comprende. * * * La función social del bibliotecario es un servicio, que se presta facilitando el acceso de la colectividad a la cultura contenida en los libros. Esta función, hoy, en realidad no se cumple, porque, como se ha visto, la mayoría de la colectividad ignora la cultura. La función bibliotecaria presupone una sociedad consciente y ávida de la cultura, la cual no existe. Pero una profesión se origina para servir a una necesidad social, que puede estar manifiesta o latente. En el momento actual, la necesidad social de cultura está latente. Por lo tanto, el bibliotecario debe asu– mir el rol histórico previo que le corresponde -considerándolo como una misión– de hacer aflorar esta necesidad, para que ella le permita cumplir la función social que se le tiene encomendada. La orientación de la lectura-placer desde su grado más bajo de entrete– nimiento, por la satisfacción de las necesidades espirituales del individuo, hasta el nutrimiento cabal del espíritu en la cultura, es la posibilidad para cumplir su misión que las circunstancias actuales ofrecen al bibliotecario. Esta moda– lidad de lectura es, sin embargo, mucho más que una medida para despertar la inmanifiesta necesidad social: puede, a la postre, resultar el recurso ideal para enriquecer a la sociedad y devolver su marcha a un rumbo consecuente con la cultura. 90. Confróntese. 1.,' Bon, Op. cit. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.17, 1967
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