Fénix 17, 63-91
LA ORlENTACION DE LA LECTURA 67 en las mentes comunes y fomentan la desorientación" creando una gran confu– sión, no sólo cn el terreno bibliográfico, sino también en el de las ideas. 3. -- Intentos que se hace en la lectura para solucionar el problema del libro. La sociedad sabe y siente que hay un problema del libro, empero es ne– cesario que haga leer a sus miembros en la mejor forma posible. De las tentativas que se realiza con este fin, ninguna se dirige a solucionar propiamente el pro– blema del libro, sino solamente a obviar sus manifestaciones más embarazosas para el público. La premisa común para el "modus operandi" de todas estas tentativas es la limitación de tiempo que tiene el ente social para dedicarse a la lectura. La documentación es el medio utilizado para que cada libro o aporte bibliográfico, entre una gran cantidad, eumpla su misión informativa. Pero la documentación tiene una limitación que le impide ampliar sus servicios a todo el campo bibliográfico y ésta es que para su funcionamiento ella requiere el sus– tento de una disciplina establecida que le brinde su esquema, o en general sus convenciones, para clasificar los aportes. La documentaeión va pareja a cada especialidad científica o técnica y sigue pasivamente su curso, por lo que en última instancia le tocan las mismas objeciones a las que la espeeialización no sabe responder (como, por ejemplo, ¿a qué progreso conduce tan desmesurado desarrollo unilateral del conocimiento'! y ¿qué sentido tiene conservar para el futuro tan numerosos aportes"). Un recurso muy difundido puesto en práctica por la industria editorial, sobre todo en Norteamérica, al que Pedro Salinas (6) llama el de la "razón bruta", es el de reducir y adaptar libros, llegándolos a convertir hasta en historietas. En la misma forma se practica la reducción con una extensa novela contemporánea "best-seller", con el "Estudio de la Historia" de Toynbee, "El Capital" de Marx o aun con las obras de Shakespcare. La Universidad de Harvard, al presentar una edición adaptada de las obras del genio inglés, afirma: "se necesita versiones de las grandes obras sin dificultades innecesarias e infructuosas, más accesibles al lector común" ('). Pero lo que en verdad se consigue al simplificar obras li– terarias de esta categoría es quitarles su personalidad y presentar imitaciones de escaso valor, aptas sólo para satisfacer la curiosidad o la vanidad del vulgo. Ruskin (S) dice que tenemos a nuestra disposición en los libros lo mejor de cada lugar y cada tiempo, pero es necesario que nos elevemos para llegar a ellos, pues es imposible que desciendan a nosotros; estos tesoros no podemos conside– rarlos como un auxilio sino como un premio. Salinas por su parte acierta al comparar los libros "destilados" al agua destilada y afirmar que a ambos se les quita el gusto, el elemento peculiar que los caracteriza. Los resúmenes de obras son otro recurso, del mismo tipo que el anterior. Al hacerlos en gran escala, se supone que una persona capacitada puede obtener por los demás la médula de cada libro. Esto se puede admitir en el caso de obras científicas o técnicas y aun, siendo elásticos, para toda literatura que Thomas de Quincey llama "de conocimiento", es decir la que persigue enseñar (9). En otros tipos de obras, la captación es intransferible empresa personal. En realidad las reducciones y los resúmenes tienen gran uso para fines de estudio. El lector que recurra a ellos puede tener bastante seguridad de que encontrará el aspeeto del pensamiento 6. Salinas, El defensor. 7. re., id. :3 . Ruskin, Sésamo y azucenas. 9 . Salinas, op. cito Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.17, 1967
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