Fénix 18, 54-152

86 FENIX discriminar si lo que se registra en ella, es lo suficientemente correcto para la sa– tisfacción adecuada de la demanda de información. En la obra "Data processing in Public and University Iihraries" editada por John-Harver y publicada por Macmillan, mencionan estos errores de los sistemas automatizados. La efectividad de los mismos depende de la exactitud y perfección en las técnicas bibliotecológicas aplicadas en el registro: de ahí la importancia de entrenar a los catalogadores y operadores que suministran dichos registros. Al trabajar con el computador de salida y anotador de errores, cl ca– talogador descubre lo grave que es la tarea de asignar asuntos no aceptados an– teriormente, no espaciar el trabajo correctamente, u omitir información. Se co– meten también errores al azar en la conversión de las cintas de papel a las cintas magnéticas o discos. La estadística de Koriagin que se menciona en el referido libro, se basó en 12.466 bibliografías producidas en ocho meses. Hubo 2,433 errores. Los ca– talogadores y copistas de Flexo, causaron 375 faltas o sea el 15%; los programa– dores y operadores 125 o sea el 6%; el equipo de conversión 70 o sea 3% y los errores de vocabulario sumaron 1.863, o sea el 76%. Al momento, y con referencia a este entrenamiento, se puede decir que el personal que está trabajando con este sistema ha sido entrenado por los téc– nicos de los laboratorios que fabrican estas máquinas electrónicas y que en los programas de enseñanza ya se está considerando incluir la enseñanza de esta es– pecialidad, pero sin duda que un arreglo de colaboración entre una biblioteca ya automatizada y una que se prepara para estarlo, sería lo más conveniente. La carga por supuesto recaería sobre el personal de la que ya lo está poniendo en práctica, pero ésto sería en algo compensado por el trabajo producido por el per– sonal en entrenamiento. La experiencia adquirida es resultado de tiempo, es– fuerzos e inversión de dinero tales, qne sería temerario desperdiciarlos si indivi– dualmente cada biblioteca pretendiera adquirir su propia experiencia. En cuanto a qué es más conveniente, si entrenar al bibliotecario para manejar las máquinas o entrenar al técnico en cómo aplicar los recursos técnicos bibliotecológicos para el registro de información, parece ser que la opinión se incline por lo primero. El estudio de la gama de necesidades, el adecuado esquema que cubrirá estas necesidades y su capacidad de expansión, y la organización del llamado "padrón" por los técnicos y que nosotros llamaríamos registro de claves de equi– valencia onomástico-epigráfica, serán factores fundamentales para el éxito. Vemos así que si bien la mecanización dependerá en mucho del cono– cimiento del profesional bibliotecario, la capacidad de producción, la rapidez de su funcionamiento, reducirá forzosamente el porcentaje de utilización del ele– mento humano que hoy se requiere para el funcionamiento de las bibliotecas, Un estimado efectuado en 1964, mostró que en los EE.UU . habían 13,694 computadoras instaladas y que 7.206 estaban en pedido. Se estimó también que para 1970, habrían 52.000 y 10.000 en pedido. El personal requerido para su manejo se calcula en 318.000 y quizá 160.000 para reemplazar o ayudar a los Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.18, 1968

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