Fénix 19, 3-66
8 FENIX Por otra parte, la experiencia acumulada en el cuarto de siglo de funciona– miento que lleva la Biblioteca reconstruída en local y libros después del infausto siniestro de 1943, permite adquirir una perspectiva muy provechosa para pla– near las actividades en lo venidero. El hecho más saltante es desde luego uno que no puede ser por menos que halagador para la cultura nacional: las previsiones trazadas en 1943 han sido ampliamente superadas por la realidad de hoy. Es incuestionable que la actual Biblioteca Nacional no está ya en condiciones de mantener el ritmo del crecimiento de la población de lectores. Conspiran a frustrar su aspiración de conservarse al día dos factores que son los mismos que desde hace siglo y medio ha confrontado la Institución, según puede verificarse con la lectura de las Memorias de todos los que se han hallado al frente de la misma: estre– chez del local (desde luego inadecuado en su planta para el funcionamiento de una biblioteca) e insuficiencia de recursos económicos. Se ha debatido en la es– trechez y la angustia, que casi la han llevado hasta la asfixia. Son ambos Iac– tores tan obvios, que basta con referirse a ellos como una constante en la historia institucional. Una vez más creo necesario insistir en la urgencia, de veras inaplazable, de que la Biblioteca recobre la extensa área del semisótano, actualmente detentada por el Museo de Reproducciones Artísticas de la Universidad Nacional Mayor dc San Mareos. Sin restar méritos al aspecto de complemento formativo que en lo estético reviste una colección de reproducciones tan importante, es evidente que su lugar no es ocupar una vasta superficie que la Biblioteca Nacional necesita de un modo verdaderamente angustioso. Sería muy deseable que a la mayor brevedad pudiera arbitrarse una fórmula que permitiera al referido museo en– contrar otro local más aparente. En lo que toca a los recursos económicos de la Institución es preciso nuevamente abundar en la exigüidad de la remuneración de su personal, que da pie para un éxodo precisamente de los elementos más capacitados y mejor preparados, a quienes las urgencias económicas obligan a retirarse de la Biblio– teca, y por otro lado, la deficiencia en el equipo y en el material bibliográfico. Es de esperar que superadas las estrecheces fiscales, sea posible al Gobierno es– cuchar el comprensible clamor de quienes laboran en la Biblioteca de ver me– joradas sus remuneraciones, y que en orden a equipo y material, la Biblioteca pueda renovar ficheros, fichas, encuadernaciones, anaqueles, mesas de lectura, etc. Es inexcusable dejar constancia en csta sucinta exposición de las actividades de la Biblioteca Nacional, del reconocimiento del suscrito hacia las autoridades que dentro del Ministerio de Educación Pública han facilitado de un modo con– siderable su labor. En primer lugar, debo mencionar los nombres de los titulares del Ramo, doctores Octavio Mongrut Muñoz y José Jirnénez Borja, durante el régimen anterior, y el de usted, señor General Ministro, que en todo momento se han servido dispensar la más favorable acogida a las demandas formuladas en aras del mejor servicio. También deseo nombrar al Director General de Culo Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.19, 1969
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