Fénix 2, 188-231
Es claro, absolutamente claro, que Justo Lipsio, en todo el texto sólo pien- sa y sólo escribe de universidades o academias antiguas. Lo demuestra el inicio de la digresibn y la misma calidad de los ejemplos. Lo prueba aún inás concluyentemente a todo lector honesto y sagaz, coino 10 era sin drxda Diego de León Pinelo, el simple hecho qUe él ni siquiera menciona univcrsi- dades modernas tan célebres como Salamanca, Pavía o Padua; y de París y de Bolona sólo escribe de paso que Carlomagno restauró la academia pari- :;ii?a, que es por lo tanto la más antigua de las modernas, "si bien Boloña s e jacta de ser más antigua". San Marcos, que Pinelo lamenta haber sido ol- vidada, se encuentra pues en muy büena compañía! Mas, sobre todo, lo de- muestra el final de la larga peroración: "Pero ya esta digresión resulta de- :nasiado extensa: y acerca de las academias modernas existen por lo demás otros libros: vedios" ( p . 111). Vedlos, quisquilloso Don Diego, y protestad cn todo caso por el olvido de los amautas, justo paralelo de los sacerdotes .iztecas, pero no de San Marcos! De todo este conjunto de elementos resulta que Justo Lipsio no es un denigrador de América, ni puede ser acusado de haber ignorado la Universi- dad de Lima. Y de rebote, aparece evidente lo intencionado, o digamos fran- camente, el carácter artificioso de la apología de Pinelo. Desde el punto de vista literario, el Flypamnema se nos presenta ahora como un ejercicio verda- deramente académico en el peor sentido de la palabra: uno de aquellos escri- tos típicamente barrocos, en los que el autor coge el tema más tenue como pre- texto para una parrafada rebosante de metáforas y citas, levanta una fachada -4pectacular y teatral sin nada por detrás, amontona argumentos sobre ar- qumentos que no conducen a nada y , con ceremoniosa sokmnidad, echa aba- jo una puerta abierta de par en par. No deseamos hacernos abogados póstumos de la fama de Lipsio, quien rertamente "no necesita de tales defensores"; pero, en realidad, pocas ve- ces nos hemos encontrado con un ejemplo más soberbio de mera acrobacia literaria. Contestar con todo un libro a una frase, aún más, a la omisión de una palabra, que ni siquiera había razón para que estuviera contenida en la frase, es de un magnífico donquijotismo. Aquel furibundo y quimérico zumbar en el vacío cuaja en una obra maestra del estilo del Seiscientos, o más exactamente, si tenemos presente el estilo latino de Pinelo, en un modelo de gorrgorismo macarrónico. 1l .-La Inquisición y los Pinelo. En estas circunstancias adquieren cierta preeminencia los motivos perso- azles que puedan haber inducido a Diego Pinelo a abalanzarse contra Lipsio y a incensar la Universidad de Lima. Como veremos, su familia no era po- pular en Lima; y la aparente lentitud de la carrera universitaria de Don Die- 30 hace pensar que él mismo no fuera muy bien visto en las aulas y en los i laustros de San Marcos. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.2, enero-junio 1945
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