Fénix 2, 188-231
Aún más. Cuando emprendía la redacción del Hypomnema ( 1647), Don Diego había sido nombrado recientemente profesor ordinario de Dere- cho Canónico; y en esta ocasión se habían reavivado contra él las sospechas de la Inquisición de Lima, que no olvidaba a sus abuelos, paterno y mater- no, ambos quemados vivos en Lisboa, por judaísmo; ni a su padre, Don Die- go López de Lisboa y León, emigrado a América precisamente para esca- par a toda posible persecución; ni a su madre, Catalina de Esperanca, tam- bién ella vigilada tenazmente como cristiana en apariencia, pero en lo intimo, judía, "muy judía de nación" 43. El 15 de mayo de 1637, los Inquisidores habían escrito acerca de su Fa- dre estas palabras de mal agüero: "este reo tiene tres hijos y una hija.. . El tercero, llamado el doctor Don Diego de León Pinelo, es abogado de esta Real Audiencia, y se ha opuesto en esta Universidad, a dos cátedras, y al presente es asesor del provisor de esta dicha ciudad.. . En la complicidad presente hasta agora no hay cosa de qué dar aviso a Vue s t ~aAlteza tocan- te á este sujeto, más de ser may íntimo amigo de los mas esenciales della (ciudad), y por esta parte sospechoso. Estamos a la mira para ver lo que resulta, y con cualquier cosa se pondrá la causa en consulta y se ejecutará lo que saliere" 14. Otro denunciante recordaba viperinamente que nuestro Don Diego, al oír misa, cuando el sacerdote levantaba la hostia y el cáliz, se golpeaba, sí, el pecho, pero desviaba la mirada del Santísimo Sacramento 'j. Las actas de la encuesta eran revisadas y copiadas en 1641 4G; y nueva- mente, como se ha dicho, en 1647, al ser Don Diego nombrado "catedrático de Prima de Cánones". Los Tnquisidores de Lima se preocupaban de que la enseñanza de materias tan altas y delicadas fuera conliada "a persona de raíz tan infecta, y sospechoso por sí, y que podría dar a beber ponzoña en lugar de buena doctrina a la jtiventud que le cursase" ( 9 de julio de 1647). Y el Consejo General del Santo Oficio recomendaba al Tribunal de Lima vigilar la conducta y la enseñanza de Don Diego 45. No es probable que este conociera el cambio de cartas entre los inquisi- dores, pero no es inverosímil que aprovechase con júbilo la primera ocasión de prestar un señalado servicio a ia Llniversidad, y al mismo tiempo hacer gala de su perfecta ortodoxia católica. Estaba pavorosamente fresco en Li- 4"EDINA, Bibl. Irlisp. Amer., VI, S~.iitiago. 1902, 454-464. 44 Ibi, VI, 459. 43 Ibi, VI, 462. El denunciante asentaba su declaración con !a afirmación ritual de que no nutría animosidad alguna contra Los Pinelo ("antes ha recibido muchos beneficios y obras buenas del dicho Diego López de Lisboa y ha tenido amistzd con su hijo"), y que el móvil de la secreta delación era sólo cl servicio de Dios (Bibl. Hisp. Amcr., cit., VI, 462). *6 Ibi, VI, 463. 47 MEDINA, J. T., Hisf. del Tribunal del Santo Oficio dc la Inquisición de Lima, Santia- go, 1887, 11, 174-5; Bihl. Hisp. Amer., VI, 463-4; La Imprcnfa en Lima, 1 (Santiago, 1934), 391; 111 (1905), 470. La pertinacia de los Inquisidorcs americanos oontrasta con !a relativa indiferencia de los peninsulares. Pero sil mayor rigor es, por otra parte, conocido. Ver cl Apéndice A. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.2, enero-junio 1945
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