Fénix 2, 188-231
importaba aceite de olivo, vino, azúcar y otras mercaderías, revendia a un eclesiástico, y a fuerte precio, nada menos que un esclavo "de la costa del Xapón" "; ganaba y ahorraba hasta que, después de trece años de separa- ción ( 1592-1605) ", podía hacerlos venir donde él, y así no solamente re- construir la vieja Earnilia, sino iniciar una nueva generación riltrarnarina. Die- go, el primer vástago de la estirpe vznido a la luz en el Nuevo Mundo, --ame- ricano "de nacimiento", y criado por una india de no,mbre E.lvira-, y la pre- dilecta Catalina, le eran premio y promesa, premio de los largos años de exi- lio, y promesa de nueva vida y arras de una posteridad floreciente en el hos- pitalario suelo del Nuevo Mundo. Pero la llegada de aquellos parientes suscitaba curiosidad, comentarios, sospechas, y Diego López, que ya podía creer olvidada su calidad de con- verso, se veía en seguida expuesto a las pesquisas de la Inquisición ". Des- pués de tantas vicisitudes, su familia se había apenas reunido, cuando justa- mente esta reunión la exponía nuevamente a la misma tremenda amenaza. Don Diego lograba, sin embargo, defenderse y su carrera continuaba prósperamente. En 1607, era elegido Regidor en el Cabildo de Córdoba, con cargos de confianza y de importancia. Obtenía el grado de Capitán y una proficua encomienda de indios. Era nombrado (1617) mayordomo del Son- vento de Santa Catalina. Y hasta procedía a registrar sus armas, y piesen- taba uno de los indios de su en~o~mienda, Domingo, natural de Córdoba, co- mo su escudero " . . . Esto en 1618: cuando ya desde hecía trece años el escu- dero Sancho Panza acompañaba por el niundo a Don Quijote. La famiiia dejaba Córdoba por Buenos Aires (1610) menos Antonio, que venía a estudiar a Lima (1609); regresaba a Córdoba, según parece hacia 1615, y en esta ciudad, en 1622, moría la esposa de Diego López, mientras él se encontraba en viaje a Las Charcas. Viudo, y con dos hijos todavía muy jóvenes, Diego López, quizás para hacer olvidar mejor las hogl~erasde Lis- boa, emigraba otra vez hacia los opulentos asientos mineros del Potosí y de La Plata, se doctoraba en Teología y ai cabo se ordenada sacerdote! "1 MARTINEZ VILLADA, Luis G., Diego López de Lisboa, en Rev. de la Univ. Nac. de Córdoba, XXVI, nn. 1-2 (marzo-abrii 1939), p. 71. La priniera fecha resulta del testamento de Don Diego López de León, (pág. 2; aunque quizás sea p~sibie leer 1593), y coincide con el hecho de que López residía en Buenos Aires cn 1594 (LEWIN, o. c., 6); pero está en contradicción, va sea con las fechas (todas poste- riores) que se asignan al nacimiento de Antonio, ya sea con MARTINEZ VILLADA (o. c., 71) y con ALTOLAGUIRRE y BONILLA, según los cuales Catalina Esperanza se separó de su marido en 1595. Pero por o t a ~ documento del 18 de marza de 1606, publicado por el mismo MARTINEZ VILLADA, resulta que Diego López había llegado desde "más de doce años", lo que nos hace regresar nilevamente a 1593. ALTOLAGUIRRE y BONILLA caii- fican de "inodelo de familia honrada y cristiana", la de Don Diego López y liarnan repeti- damente a éste "modesto", "virtuoso" y "bueno" (Introd. al Indice General de los Papeles del Consejo de Indias, en Col. Docc. Inéditos de l,Ilfcamar, t. XVIIl (t. V del Indice), Ma- drid, 1925, p. 292-4. M V. docc. en MARTINEZ VILLADA, o. c., 76 sgg. " MARTINEZ VILLADA, o. c., 89-91. y en nn. 3-4 (inayo-junio 1939). p. 493-4. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.2, enero-junio 1945
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