Fénix 2, 188-231
muestra en aquellos tres hermanos, por diverso título ilustres, quienes se ale- gran de la predilección del padre por la hermanita menor 57. Y finalmente, del amor de Catalina por sus niñas, tenemos otra prueba conmovedora en el testamento del padre, quien menciona que por su interme- dio la hija di6 doscientos pesos "a un fulano de Aransamendi que fué a México.. . para que trujese de México algunos juguetes y sedas para sus hijas". A tanta raigambre de afectos familiares, a tan amorosa vibración, a tan ingratos recuerdos e indirectas amonestaciones, se añadía por último la cir- cunstancia de que justamente en 1646-1647 la Inquisición de Lima se mostra- ba particularmente activa, volvía a perseguir a los judíos, y amenazaba con hacer arrojar del Perú a todos los portugueses ". l3.WJuan de Cárdenas y los Pinelo frente a los Indios y a los Indicos. Precisamente en aquel mismo año en que se publicaba el libro de Pine- lo (la licencia es del 13 de agosto de 1647), el Padre Calancha había redac- tado, por orden de Felipe IV, su breve Historia de la Uniuersidad de San Marcos hasfa el 15 de julio de 1647 59. Y por aquel mismo tiempo, entre 1645 y 1650, el hermano de Diego de León Pinelo, Antonio de León Pinelo, reco- pilaba aquel enorme panegírico del Perú y de América que titulaba El Parai- so en el Nuevo Mundo FO. fl La pequeña Catalina Marquesa parece haber sido siempre la benjamina de la fami- lia: su madre la "mejoraba" en el testamento para facilitarle el matrimonio; y e1 tío de su madre, Hernán López, dejaba "a Catalina, hija de Diego López, cien pesos, por el amor qi:e le tengo" (docc. publ. por MARTINEZ VILLADA, o. c., 468, 483). 58 En 1641 tuvo lugar otro auto de fe, incruento, contra "catorce portugueses por ju- díos", después de que en Lima "de año en afio iba aumentando la prevención contra los portugueses, contribuyendo no poco el Santo Oficio, hasta que, con motivo de una repre- sentación que, en 1646, dirigieron a la Real Audiencia, ordenó el Virrey que se presentasen con las armas que tuviesen y que saliesen luego del país". Se presentaron seis mil y, pa- gando, obtuvieron la revocación de la orden de expulsión: PALMA, R., Anales, cit., 38-9. Acerca de la persecución de 1646, v. ibi, 255. En 1643, muchor y gruesos mercaderes ju- díos del Cuzco fueron "llevados a Lima, donde se les castigó", y sus bienes fueron confis- cados (Anales del Cuzco, 1600-1750, ed. R. Palma, Lima, 1901, 83). Sobre la persecución de 1647, v. MEDINA, J. T., Hist. del Tribunal del Santo Oficio, cit., 11, 177. Y ya en 1638 había muert'z el protector de 10s Pinelo, el arzobispo D. Fernando Arias Ugarte, en cuya capilla y bóveda pedía ser sepultado Don Diego López, de acuerdo con una disposi- ción testamentaria del mismo Arzobispo. En otra clfiusul~de su testamento éste había or- denado la remisi6n de una suma importante a Antonio de León P i nc l ~ ,destinada a la edu- cación de "don Fernando Arias su sobrino". Don Diego López murió el 11 o e1 12 de abril de 1644 (no 1647, como creen ALTOLAGUIRRE y BONILLA, Intr.. cit., 295 y MARTI- NE Z VILLADA, o. c., 95), apenas un mes v tres dízs despliés de haber testado. -"Editada por L. A. EGUIGUREN en 1921, y reimpresa en su Diccionario Hist. Cro- nol., cit. 1, 1-30. 60 Sólo recientemente publicado, en 1943, por el Mjnisterio de Relaciones Exteriores, con una bella introducción del Dr. Raúl Porras Barrenechea. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.2, enero-junio 1945
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx