Fénix 2, 188-231
Pero Antonio, quizás porque escribía en Madrid, y pensaba ante todo en 90s eruditos de España como su público, no defendía ni por asotno la cu4- tura de su continente paradisíaco. No sólo Antcnio escribía que los Indios no tenían "apetito de saber". Los Españoles mismos en América habían ol- vidado sus artes y profesiones, así que "han dejado las Indias en quanto a las cosas naturales, casi en el Estado en que antes estaban. No hay quien en ellas busque, ni quiera más que Plata y Oro 61.. . El que más presto en- riquece es tenido por el más docto, etitendido y curioso. La Filosofía natu- ral no ha pasado a investigar sus Secretos. La Medicina apenas ha tocado sus límites. La Astronomía no ha visto su Cielo, ni reconocido sus Astros. Ni la Geografía excedido los linderos de su Continente" ". Por lo que se refiere a los indios, Diego de León Pinelo es, en verdad, todavía más pesimista que su adversario Lipsio. Aún aquellos Mexicanos, en gracia a los cuales Lipsio hacía una relativa excepción, son Indios: y los Indios son "una miserable multitud, que no conoce ni Academias ni Ciencias, a duras penas conoce la escritura, y con dificultad algunos saben leer, como si recién despertados de un profundo sueño, y los mexicanos ni siquiera co- nocían algunas letras del alfabeto". G1 Este pasaje es una clara reminiscencia del Discurso Apologético, por Juan Rodríguez de León antepuestto al Epítome de la Bibliofeca del hermano Antonio: "como de las Indias solo se apetece plata y oro, están sus Escritores tan olvidados, como sus historias poco vis- tas, siendo ocupación extranjera la que deviera ser natural de España", etc. La idéntica acusación ("olvido" de todo lo precioso de Europa v apetito sólo del oro de Indias) es repetida en una carta de otro sumo bibliógrafo, de Nioolás Antonio, del 5 de Setiembre de 1663 (cit. en GOME Z de OROZCO, F., Prólogo a EGUIARA y EGUREN, o. c., 11). Por lo demás, la antítesis entre los tesoros met5Iicos de las Indias y los valores más precio- sos de la cultura (vease aquí, nn. 13 v 32) era desde mSs de un siglo un motivo literarito muy común. Gómara, por ejemplo, exaltaba lo que los españoles habían dado a los indios: "hanles enseñado Letras y Ciencias, que vale más que cuanta plata y oro les tomaron; porque con letras son verdaderamente hombres, y de la plata no se aprovechaban mucho ni todos". Y SEPULVEDA justificaba la sujeción de los indios, diciendc que ganarían con clla "porque la virtud, la humanidad y !a verdadera religión son más preciosas que el oro y que la plata" (Democrafes alter, o sea Soúrc las justas cau.\as de la guerra contra los In- dzos, 1547, cit. por ZIBVALA. S., Las Instrti~c~oncs Jurídicas en !a Conquista de América. Madrid, 1935, 16). Luego los zipologistas sacrxon de la antítests otro argumento de edifi- cación, afirmando que Dios había dotado a las Indias de tanta riqueza de oro y plata pa- ra atraer con ella a los Europeos, y asegurar así la mrversión de los Americanos al cris- tianismo. Todavia en el Setecientos, BERKELEY recomendaba como justo que se difun- diera el Cristianismo ertre los salvajes americanos a fin de que "ellas reciban alguna ven- taja, con respecto a sus intereses espirituales de aquellos que han mejorado tanto sus inte- reses tern~orales,estableciéndose entre ellos" (A proposal for tize bctfer Supplying of Chur- ches in our L;orcign Planfations, 1725, ed. Londres, 1752, 208). O. c., 11, 5; cfr. I, xxxix. E n otro lugar (Tracf. de Confir. Real, parf. 1, c. 15. n. $11, Antonio de León Pinelo tributa a las universidades americcinas un homenaje bastante frío ("por las l e t m están las dos usiversidaies de Lima y México produciendo sugetos dig- nos de toda estimación, etc."), que el herm2no Diego cita, sin embargo (p. 891, como u11 al- tísimo elogio. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.2, enero-junio 1945
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