Fénix 2, 188-231

Pero muy diferentes de los Indios son los Indicos, los hombres Ilamados así por haber nacido en el Perú, o sea en las Indias: "si no haces esta dis- tinción, o Eipsio, el Nuevo Mundo descubrirá en ti, varón por lo demás muy erudito y muy literato, si no una barbarie, por lo menos un barbarismo" (p. 78). E,s éste el único argumento a d horninem, la única represalia, llena de argucia, que se permite Diego de León Pinelo, hombre nacido en las Indias, pero indio no, por cierto. Y está perfectamente a tono, esta leccioncita im- partida al maestro de idiomas, con el orgullo intelectual del criollo; aquel mismo orgullo que nueve años antes había sugerido a Don Diego la inclusión en una súplica del alarde de haber sido "el primero de los naturales d e aque- lla tierra que desde que se conquistó se ha aplicado a la jurisprudencia". Ca- si se sentía ya por entonces, Pinelo, portaestandarte de la alta cultura en las Indias Occidentales. En realidad, lo que entendía Pinelo era que había sido el primer ameri- cano que había estudiado en Europa, en la i l ~ s t r e ciudad de Salamanca. Y lo que significase entonces para un americano estudiar en aquella famosa Universidad de España podemos entenderlo y sentirlo aún hoy leyendo la prosa emocionada de Garcilaso, el que, ya cerca al final de sus días, recuer- da a! "Doctor Juan de Cuellar, Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de la Imperial Cuzco, que siendo maestro de los de mi edad, y suerte, solía con tiernas Lágrimas decirnos: « O Hijos! y como quisiera ver una docena de vo- sotros en la Universidad de Salamanca», pareciéndole, podían florecer las nue- vas Plantas del Perú en aquel Jardín y Vergel de Sabiduria" (Prólogo). El joven Don Diego era el primero en realizar el voto afectuoso del viejo maes- tro de Garcilaso e". Más de medio siglo antes que por Diego de León Pinelo, la misma dis- tinción entre indios e indicos había sido hecha por Juan de Cárdenas, en la Primera Parte de los Problemas y Secretos Maravillosos d e las Indias ( 1591 ) . El propio Cárdenas escribe con total menosprecio acerca de los indios, "suje- tos inmundos y sucios". U, sin embargo, exalta a los criollos como superiores a Ios españoles emigrados a las Indias. Basta comparar al criollo, aunque na- cido "en una pobre y bárbara aldea de indios, sólo en compañía de cuatro la- bradores", con un chapetón que no haya sido criado "entre gente ciudadana". El índico habla mejor y muestra una inteligencia más despierta y modales niás vivaccs. Confróntese a una "rnujer de Espaga" con algunas "damas de las Indias", y se verá en seguida la vuperioridad que "nos hace ia española gen- te nacida en Indias a los que de España venirnos". En definitiva, "las razo- nes de los hombres que en Indias nacen" son llenas de refinada elocuencia, de delicadeza, de capacidad para cualquier cosa, "si hasta el fin perseverasen "; E n el mismo documento escribe PINELO: "puedo decir, sin contravenir a la modes- tia, que soy de los primeros abogados de o ~ i n i ó ndcsta corte" (MEDINA J. T., Biblioteca Hispano-Americana, VI, 440, d80cum.de 1639). Su padre, en el solemne momento de testar, recordará (1644) que hizo estudiar al hijo Diego en Salamanca: "siempre que pude acudí a los dichos mis hijos dándoles estudios". Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.2, enero-junio 1945

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