Fénix 2, 188-231

l a serpiente de la herejía, como la antigua Eva la serpiente del Edén ". Du- rante la Contrarreforma, el culto de María adquiere un valor polémico y ca- si de desafío a los infieles. Se invoca a la Virgen co,mo a la suprema dehe- ladora de los heréticos: Tu sola omnes haereses intere,misti ( T u sola aniqui- laste a todos los herejes). La Virgen es pura, cándida, intacta como Eva en la paz del Paraíso Terrenal; es la nueva Eva, la mujer celestial e incorrup- tible, la que Murillo pintaba rodeada "no de los padres de la Iglesia, sino de sencillos laicos, de los discípulos de los maestros d e Salamanca, d e licencia- dos en Teología""', en suma cie !os compañeros de estudio de Diego de León Pinelo. La Virgen es la divina guardiana de la pureza de la fé. Y nosotros sabemos que la pureza de la fe de los Pinelo fué constante motivo de sospe- cha; y sabemos también, como ellos 10 sabían, que aquella sombra de recelo podia en cualquier momento alumbrarse a los siniestros resplandores de una hoguera. He aquí otra razón por la cual el dogma que declaraba a la Vir- gen exenta de toda participación en el pecado que Adán había expiado con el primer auto de fe de la historia S' püdiera atraer a cvantos se sentían todavía amenazados por una repetición del mismo castigo. Finalmente, hay que tener presente la posición de las principales órdenes religiosas frente al dogma todavía discutido. Los Franciscanos figuraban entre sus más fervientes defensores. En 1621 los Frailes Menores se colo- caban bajo el patronato especial de la Hnmaculada Concepción, y los Pinelo, 81 Tanto Don Diego como ru esposa y sus dos hijos mayores obtuvieron el ambicio- nado e ilegítimo certificado: V. LEWI N , o. c., 8, 16. N o obstante, tanto a Antonio como a Diego de León Pineio se les mantuvo siempre lejos de los cargos más importantes. a los que sus m6ritos les permitían aspirar: v. LEWI N , o. c., 37-8. Sin embargo, si se hubieran aplicado con rigor las Constituciones de la IIniversidad, Diego de León Pinelo, mucho me- nos que Rector, ni siquiera hubiera podido ser Doctor de San Marcos. S e prohibe en ellas que sea admitido a grado alguno, ni a exsmen, quien "l~iibieresido penitenciado por el San- to Oficio, o sus padres o abuelos" (Constitución CCXXXVIII, carta 41 v., de las Consfi- fuciones y Ordenanzas de la Ilnioersidiid y Estudio General de la Ciudad d e los Reyes del Perú, Ciudad de los Reyes, 1602). 8QR?ALE, E., L'Art Rclig. apres le Concile de Trente, cit., 35-40, 43-4. Adán y Ev a figuraban casi siempre en los carros alegóricos de los cortejos en honor de la Inmaculada. E n la procesión limeña del 29 de eneno de 1663, detras de la "Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora" salieron "muchas figura del Teshmento Viejo, desde Adán hasta Jo- seph, muy adornadas y c m muchas joyas de grandisimo valor" (MUGABURU, o. c., 1, 90, cit. con las variantes que transcribimos en ROMERO, C. A., art. cit., 285). ""ALE, E., ibi, p. 47, fig. 19. Murillo pintó cerca de 30 Inmaculadas Concepciones. V. equí, nota 50. Un zmigo, docto y agudo, hace una objeción radical a nuestras conjeturas. E l dogma de la Inmaculada Concepción, advierte, quita a la Virgen el atributo fundamental de la humanidad pecaminosa, hace de ella una criatura y a no más humana, y aún más que angelica, puesto que los kngeles pudieron pecar; hace de ella una criatura ab- solutamente inmune al pecado. Maria recibe asi p r decreto excepcional de Dios, y no por pergalninos ilegítimos, un carácter de sublime y deshumana divinidad. N o siendo ya mu- jer, no es tampoco judia. Ni el dogma podía, pues, atraer de manera particular a un judío converso e inquieto por su origen, como nuestro D,on Diego. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.2, enero-junio 1945

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