Fénix 2, 188-231

5.-ApoloSia de San Marcos y de la cultrrra americana. Tomando como pu~i t ode ~ a r t i d aesta réplica espontánea, el resto del li- bro (al que siguen cinco breves disertaciorles jurídicas) l', describe en todos sus detalles la organizacibn interna, los programas, los edificios, las cereino- nias, las votaciones secretas y los reglamentos de San Marcos. El sexto capítulo trata de la cátedra de Quichua, privilegio singularísiino de la Academia limense; el séptimo enumera los emolumentos correspondien- tes a cada profesor; el décimo tercero los salarios del secretario, de los em- pleados y hasta de los bedeles. . . Pero, antes de espigar algunos otros pasajes curiosos, detengámonos un momento sobre aquel contraste inicial. Justo Lrpsio, en una frase incidental, de pasada, y quizás aburrido él mismo por su fastidiosa enumeración de es- cuelas, academias y universidades, o deseoso de concluirla con una boufade de fácil efecto, califica de bárbaro e inculto al mundo americano. No pier- de tiempo en demostraciones. Da la cosa por conocida y resuelta. Entre el culto público al que se dirige el Lovanium, no había, al parecer, dos opin~ones al respecto. Pocos aííos m&s tarde el mismo Garcilaso de la Vega arremetía contra esta calumnia. Al dedicar la segunda parte de sus Conien~ariosa los indios, a los mestizos y a los criollos del "Grande y Riquísimo Imperio del Perú", el Inca proclamaba su capacidad intelectual, pero añadía en una frase que pare- ce casi encerrar una de aquellas discretas alusiones que le gustaba insinuar eiz 12 frondosa elegancia de su prosa: "Y de camino es bien, qrie entienda el Mundo Viejo, y Político, que el Nuevo ( a su parecer bárbaro) no lo es, ni ha sido, sino por falta de Cultura" 15. El nostálgico cusqueño, el primer expo- nente de la civilización literaria de América, jtenía quizás presente la injuria del brabantino, o de algún otro docto euro-eo?. . . El pasaje del Eovanio representaría, pues, en la interpretación que le di8 PinePo, otro ejemplo del menosprecio por los bárbaros indígenas precoloinbi- nos, extendido apresuradamente hasta cubrir las universidades y la cultura en general del Nuevo Mundo, hasta embestir a ciegas toda la naciente civiii- zacióri hispano-americana. El recuerdo de las escuelas de los mexicanos iii- E s svidente que estas disertaciones son del todo independientes de la polémica. y casi ciertamente de fecha más antigua. Justo Lipsis es citado en ellas varias veces, y siem- pre c o ~ o una autoridad ( a hojas 30, párr. 15; h. 37, p. 33; h. 49, p. 65; h. 68, p. 125; h. 90, p. 182; h. 91, p. 184 y h. 127, p. 276). Pero Pinelo justifica su inclusión como piezas de apoyo para su tesis, con10 comprobación del alto grado de cultura de las Américas (p. 363). 1 W~ r ó l o g o a la Flistosla General dcl Perú (las aprobaciones están fechadas 161.3-4; la primera edición es de 1617; cito de la segunda edición de Madrid, 1722). E s curioso aquel cpíteto de "político" aplicado al Viejo Mundo; quizás meramente en su sentidto etimológico de "civilizado", organizado en sociedad, en oposición al nlundo cuevo, natural y bárbaro "por falta de cultura"; o quizás con alusión a la teoría aristotélics cpe hacia Los bárbaros natu- ralmente sujetos a los civilizados. Pero n o olvidemos que Lipsio, fuera de los ambientes eruditos, era conocido sobre todo coino escritor político (Polificoturn libri VI, 1589; Monita et exernpla polifica, 1605, etc.). Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.2, enero-junio 1945

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