Fénix 2, 232-248
Filósofos y hombre.; de ciencia alemanes se han deleitado en trazar siste- mas para la clasificacijn de los conocimientos durante el siglo XIX. Tales sistema4 no carecían de cierto valor, pero se les más bien considerar como pasatiempps intelectuales. Desde el punto de vista práctico, la clasifi- cación bibliotecaria está muy lejcs de ellos. La clasificación bibliográfica ha sido llevada a cabo y aplicada con buen resultado en una empresa como la enorme tarjeta bibliográfica del Instituto de Documentación de Bruselas. La Srta. Mann la aplicó con todo éxito, en el catálogo clasificado de la Biblioteca de las Sociedades de Ingeniería de Nue- va York. Sin embargo, en los libros usó los más o menos sencillos números Dewey. Este ejemplo de la Biblioteca de las Sociedades de Ingeniería de New York demuestra claramente la diferencia que existe entre estos dos tipos de clasificación. La clasificación bibliográfica es inadecuada para la clasifi- cación de libros en bibliotecas de mucha labor diaria, cuya clasificación debe estar regida por necesidades prácticas. La clasiiicación requiere para su aplicación, buen criterio y discernirnien- to en el más alto grado. La clasificación puede ser un juego. Es divertido construir largos números, poner libros en categorías precisas, pero inaccesi- bles, debatir nimiedades. Tal clasificación es perjudicial para una biblioteca. El clasificador de buen criterio no pierde su tiempo pensando cuál alternativa es la mejor; el caso se decidirá pragmáticamente, según lo que diga el título, por ejemplo, Hay que tener en cuenta que algunos libros pertenecen sólo a uria materia detertninada, mientras que muchos otros estarían igualmente bien en muchos sitios. La reclasificación crea problemas de dos clases. Eno es el de la re- clasificación de uno o dos libros raros y el otro, es e1 de toda una biblioteca. Se requiere una constante presión administrativa para evitar de,masiada recla- sificación. Los traslados, como por ejemplo, el traslado de un libro del de- partamento de consulta a las estanterías son caso aparte. Gran parte de la reclasificación es de naturaleza puramente académica. Un catzlogador o un profesor piensan que un libro determinado estaría mejor en una materia que en otra. Se evitará lo más que se pueda esta clase de reclasificación, sobre todo si se trata de una obra que no ha sido consultada muchos años. No se debe proceder a reclasificar uria biblioteca íntegra sin tener la con- vicción de que el sistema anterior de clasificación ha fracasado. Muchas bi- bliotecas usan sistemas de clasificación muy pobres, que podríamos llamar ca- seros. Mientras estos sistemas den resultado no hay razón para abandonar- los. Los sistemas de clasificación envejecen rápidamente. Tanto el sistema Dewey como el de la Library of Congress han sufrido los estragos del tie,mpo. Esta situación seguirá agravándose con los años. La total reclasificación de uria biblioteca es sumamente costosa. La reclasificación parcial puede llegar a ser conveniente. Los libros menos usados pueden conservar la clasiiicación prim~tiva,mientras que la nueva clasificación representaria la colección de li- bros vivientes; también podrían cambiarse aquellas materias cuya clasiiicación no fuese satisfactoria, no tocando las que se considerasen convenientes. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.2, enero-junio 1945
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