Fénix 2, 232-248
E s muy importante que ua sistema determinado sea adecuado al tipo de biblioteca yrre lo adopta. La modificación de un sistema conocido puede re- sultar una buena solución. Por lo meros Iiay que proceder con mucha cau- tela antes de reclasificar uiia biblioteca entera. Algunas bibliotecas han co- metido un grave error al adoptar la clasiiicación de la k. C.; no es cierto que ésta sea el mejor sistema para una biblioteca de "college". Ta l vez la situa- ción respecto a clasificación y reclasíficación se pueda resumir diciendo que Ea edad de oro de la clasificación ha terminado. La Situación respecto a los Epigrafes o Encabczanier~fosd e Materia Si es preciso reconocer. que la literatura sobre clasificación es muy con- fusa, es igualmente necesario decir que la literatiira sobre epigrafes es inexis- tente. En el peor de los casos, sólo sería una peqtleña exageración sostener que las "Reglas para un catálogo diccionario" l7 de Cutter cuya cuarta y 131- tima edición apareci6 en 1904, constituyen la última palalxa en teoría y prác- tica d e epígrafes. El trabajo de Cutter fué el de un iniciador. Con la im- presión de las tarjetas de la L. C. Cutter vislumbró la aurora de tin nuevo día, pero ni él ni nadie han servido de guía en esta nueva era de las tarjetas im- presas. Hasta los mejores profesores de catalogación admiten que no saben ense- ñar bien los epigrafes. La teoría, la práctica y las necesidades están mal definidas. Por estas razones es preferible tratar poco este tema. La confusión deriva, en parte, del uso de palabras, ya que éstas pueden ser locales, poco usadas o técnicas, o expresar conceptos vagos, ambigüos o transitorios, o no alcanzar a explicar bien una idea o la relación de ideas en- tre sí. Esta dificultad proviene, en parte, de considerar al epígrafe como uEa ciencia, cuando en realidad es un arte. Algunos epígrafes no tienen otra fun- ción que constituir la simple expresión de una opinión; muchos de ellos tie- nen que basarse en e4 criterio personal y para esto, La experiencia sirve mu- chísimo; algunos tienen que ser exactos. También varias de estas dificidta- des provienen de insuficiente diisrericiación entre las necesidades de 70s dis- tintes tipos de biblioteca. Para ello, el éxito arrollador del cntálogo-diccio- naria h 2 rrsultatio :m estorbo. El principio del ca"¿áo~ga-diccionario consiste en proporcionar a los lecto- res una información que les brinde el máxi,rno de auto-ayuda. Esto quiere de- cir que el catálogo debe adaptarse a las necesidades de las diferentes institu- ciones. También quiere decir que e1 ~~ i á x imo de auto-ayuda sólo se p~ledz obtener mientras el cat5logo no :;e vuelva demasiado complejo. Muchos ca- tálogos:-diccionarios se están volvierldo muy complicados y por lo tanto frus- tran 10s iincs psra los que fueron cr.eacios. Es por esto que :;e advierten sig- 1: El c-¿ri,?iogo-cliccionario consiste en la ordenrición alfabftica de todas las tarjetas de autor, titulso y asunto. (N. del T.). Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.2, enero-junio 1945
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