Fénix 2, 232-248

Estos casos son una pequeña muestra del trabajo diario de los depar- tamentos de catalogación. Se podrían miiltiplicar los ejemplos para demos- trar la gran confusión que existe en las mentes de :os catalogadores cuando cosas, en apariencia tan sencillas, como un mapa o un facsímil toman una de sus diversas formas. El catalogador emplea t i e ~ p oen decidir el asunto; el revisor emplea aún más y, por último, el jefe del departamento es llamado para la decisión final. Debate, discusicn y decisión toman un tiempo sor- prendente. De allí la demanda, hecha por algunos departamentos de cata- logación, de un código que defina o reglamente todos los puntos discutibles. Algunos catalogadores están tan impresionados por esta teoría legalis- ta, que están dispuestos a sostener que un conjunto bien desarrollado de de- finiciones, reglas y precedentes, conseguiría disminuir el costo de la catalo- gación. Su argumento consiste en que si hubiera un código de leyes que solucionase todos los casos, no habrían ya debates ni pkrdida de tiempo. Si existen "57' variedades de facsími!es" todas dcbec cstar perfectamente dife- renciadas. A algunas de ellas se les llamaría facsímiles en las tarjetas de catalogación y a otras, nó. No tendría importancia el que la palabra facsinz. en la colación diese a entender ambigüamente cualquiera de las clases váli- das de facsímiles. A las decisiones no les interesa esta clase de conocimien- tos. La decisión determinaría simplemente si en un caso dado particular, el término general facsírn. habia sido o no, legítimamente empleado en la cola- ción. De esta manera, la tendencia clásica en catalogación, tiende a precipi- tar la fase final del clasicismo, fase que conduce a la decadencia, a la valo- rización de reglas y definiciones por sí ,mismas. En esta forma, la cataloga- ción se convierte a sí misma en un fin y el catalogador puede convertirse en un artesano dejapdo de ser bibliotecario. A este tipo de catalogación no le interesa si la dekinición, más o menos acertada de un facsímil da por resul- tado la economía de trabajo y de costo junto con la mejor utilización de los recursos de la biblioteca. La reglzmzntación sistemática de puntos poco Ere- cuentes o excepcionales, la tectativa de ~acionalizarconceptos muy diversos, arnbigüos y vagos, dan por resultado un sistema y una teoría de catalogaciór nada econóinicos ni verdaderamente eficientes. El punto más débil de la teoría legalista consiste en el tratamiento de los puntos que deben quedar indefinidos. La prop~estarevisión de! Código de Catalogación de la A. L. A. (American Library Acsociation)%a sido pla- neada desde UD punto de vista legaiista. Donde dicha revisión ha fallado por completo, a la Iinz de su propia teoría, es en las reglas que regulan la elección del asiento de1 libro. Cn el antiguo código, tales reglas (ej. cuan- do se trata de publicaciones de gobierno y pnblicaciones bajo autor personal o corporativc) conducían a graves dificultades. De todo el código, er2n pro- 6 American Library Association (A. L. A, ) es la Asociación Americana de Bibliote- cas. Fundada en 1876, es una organización de bibliotecas, bibliotecarios, depo~itari~os de bi- bliotecas y otros interesados en las responsabilidades de las bibliotecas y en las necesidades educacionales, sociales y culturales de la profesión. (N. del T.). 7 El asiento es "el registro de un libro en un catálogo o lista". (N. del T.). Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.2, enero-junio 1945

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