Fénix 2, 286-296
tisface nitestras aspiraciones, porque no tiene bases ni fundamentos interna- cionales; y en cuanto a la tercera teoría además de ser complicada y costosa, la experiencia demuestra que nadie registra su obra o sus obras en todos los paises porque se prefiere que sean plagiadas, a tener que pasar ese calva- rio de procedimientos y gastos, o porque la falta de registros hace impo- sible en algunos la inscripción. Sería necesario, por lo tanto, organizar los registros internos de cada Nación, sobre normas, bases y procedimientos igua- les en cada país. U se podría crear una OFICINA INTERAMERICANA DE LA INSCRIPCIOI\J DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL, que: a ) evite los complicados sistemas de inscripción centralizando la inscripción in- teramericana; b ) que dé seguridades a los autores y para ello tendría facul- tades especiales; y c ) que tienda al progreso de este aspecto del derecho, ne- cesario para que fluya la corriente intelectual en América. El mundo en la actualidad está comprendiendo, por la experiencia vivi- da, que no debe adoptar posturas románticas de creer simplemente en la vir- tualidad de las declaraciones. Estamos en estos momentos, pasando por una etapa de elaboración para estructurar un nuevo derecho Internacional y una Sociedad de Naciones, que inspirándose en las ideas de cooperación, de ayu- da y de solidaridad, tienda a proteger todos los ramos de intereses. Los hay de orden económico, otros de orden social o político. Estamos enriquecien- do los sistemas de normas jurídicas día a día, con ideas de libertad, de segu- ridad, forjando una nueva moral internacional, con un espíritu de justicia para todos. Pero salta ci la vista algo importantísino: el temor. Frente a esta nota dominante están las uniones, de toda clase; antes eran uniones de pue- blos para convertirse en fuertes; hoy son no para recurrir a la fuerza, sino pa- ra apelar a las soluciones jurídicas. Desde la independencia, Bolívar, ven- ciendo todos los pesimismos que le rodearon reunió el Congreso de Panamá en 1826. En esta Confersncia quedó sembrada la idea de solidaridad en la tierra d i América. Surgió, así, en este Continente, la primera idea de unión. A través de las reuniones periódicas del panamericanismo se ha llegado hoy a la aspiración de algo permanente, porque ios problemas cada día se vuel- ven más complejos. Todos conocernos los complicados probiemas de la Pro- piedad Intelectual y la necesidad de esclarecerlos. Más, para esto, se requie- ren reuniones de expertos, de una manera regular. Es una idea que brota de una necesidad palpitante y reconocida. Este pensamiento ha sido plan- teado, como lo hemos visto al hacer la revisión de la evolución histórica de la Propiedad Intelectual, en dos Conferencias Interamericanas. Efectivamen- te, desde la Conferencia de La Habana vimos que la abrogación de las esti- pulaciones de la Convención de México y de las del Brasil que crearon una Unión, trajo como consecuencia el no poder elaborar disposiciones precisas que reflejaran la realidad. El jurista doctor Víctor M. Maúrtua, tan serio y profundo en sus obser- vaciones, ha escrito sobre el particular: "El error de la Conferencia de Buenos Aires en esta materia es el haber abrogado las estipulaciones que crearon la Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.2, enero-junio 1945
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx