Fénix 2, 353-363

Están de fiesta los hombres de estudio porque en el libro de Toscano hallan sabiduria y orden, pasión y sensibilidad entrelazadas con esa finura que sólo el espíritu sabe acen- drar ci~andosobre el papel efímero da nueva vida y nuevo acento a las formas cternas. Ttoscano ha sabido aquilatar lo mejor cjue los hombres enamorados de la América An- tigua han logrado, como frutos de la interprctación, a través de cuatro siglos de estudiar piedras y códices, rostros enigmbticos y técnicas misteriosas. Nos ha dado las mejores lu- ces para vi:ijrrr por ese mundo confuso lleno de terribles divinidades y de artistas extraor- dinarios q';? 6 ~ j a r o nias hv.ell~;sinmarcesibles de su alma sobre jades y turquesas, granitos y basaltos. y :ha podido así convrrtirse en inteligente guía ?ara visitar el laberizito de la noche del "tiempo sin tiempo", toda pohlads de númenes q:ie brillan en silenclu y de gentes que aún llevan en los labios e1 rastro de las palabras abolidas. E-ic aquí e! cjemp!o n ñ ~ n i f i c ode un joven de América, que con el solo poderío de su voluntad y el estimal~o dc su cmocion, sin tener beca ni subsidio, !la seguido, paso a paso, a los investigadores dr !a arqceología hasta extraer de sus textos la sustancia preciosa que nos perrriite entender algo de !o que aquellas vidds pusieron en su mensaje y que, a pesar de !as complicadas apariencias, no es más que la expresión del hombre en un mon~entocru- cir~lde la Historia, en que la realidad circundante era tan poderosa com,:, el sueño. IHa su- bido a la cima de los templos rotos, ha entrado a las salas liipóstilas en que ya no estan los dioses que iluminaron la esperanza de los mortales; y al cabo de arduas peregrinacio- nes, a lo largo de las ciudzdes en que f13urecieroilculturss que hoy nos alucinan, ha podido definir estilos, sopesar libros de consulta, catalogar hipótesis, señalar a la admiración de los que tienen el don de la curiosidad nuevos caminos para el goce. Bien ha dicho en su elogio el maestro Alfonso Caso: "En el libro de Toscano, por primera vez tenemos una visión a la vez amplia y profunda del arte del México antiguo", y "marcara un punto de partida para una serie de investigaciones sobre el arte del México prehispanico, cubriendo un campo poco menos que inexplorado, el estudio de los objetos arqueológicos mexicanos, desde un punto de vista estético". Dentro de la atmósfera de este libro cobran vida interior las palabras que han escrito los arqueólogos con piqueta e imaginación. Toscano ha sabido precisar, distinguir, enaite- cer formas y bucetos, esencias y valores, para que la ruta quede bien despejada a los que por ella se atrevan a salir en busca de otras fuentes de la emoción pura. Contribuye así, continuando la obra de los grandes americanistas, a poner de relieve y a justificar con evi- dencia palpable, la grandeza de mayas y de aztecas, de tarascos y de zapotecas, de huax- tecas y de mixrecas, de pipiles y de nicoyas, que pudieron expresarse con originalidad y valentía, y que nos permite entrar, con pié más firme, en el mundo extraordinaria en que florecieron hombres que demostraron para siempre cómo, sin los instrumentos de que hoy se dispone, sin el hierro y sin el logaritmo, lograron señorear con su voluntad y con el pode- río de su técnica, metales y canteras y perpetuaron can gracia que nos asombra muchas de las difíciles expresiones del alma en el rostro humano. N o se trata de un viajero con cámara Leica y curiusidad frívola; tampoco es un arqueó- logo que se dedica a descubrir cerámicas o ciudades inéditas, sino de un arqiieólogo hunia- nista; la arqueologia moderna ya n o es el simpie hallar y la muda revelación, sino algo más: es una ciencia que coordina nuchas de las ideas que el hombre ha puesto en orden y muchas de las emrociones que lo han hecho sentirse capaz de darles expresión; la arqueu- logía es una de las humanidades, porque halla en oscuras fuentes la riqueza del hombre uni- versal. Sólo falta en este libro la presencia de una de las artes que confieren ciudadanía al I~ombremortal: la Música. La América Antigua pasó por todos los ciclos de la soledad y de la angustia; dió un lenguaje propio a sus idealidades, aliando lo útil a lo belbo; domeñó la materia con un arsenal de recursos que le permitieron solucionar los probleinas que com- plican las fuerzas telúricas; y sin preocuparse por dejar los nombres de los artistas en los dinteles o en las lápidas, sin la preocupación de asegurarse la inmortalidad en los epitafios Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.2, enero-junio 1945

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