Fénix 2, 353-363

El gobierne, de México es un decidido protector de la industria librera: !o ha emanci- pado del irnpuesto del timbre, que es el mfis importante en aquel país; no paga la contribu- ción que se exige a 1,os capitales invertidos, ni tampoco los derechos de aduana, y no pue- de ser más irrisoria la tarifa posta!. Pero es de esperarse quc tales exrnciories, tales estí- mulos, redunden en beneficio del consumidor, abaratando el libro, porque de otra manera la actitud del Estado no estaría correspondida coino lo esperan los que buscan la superación del h,ombre por la cultura. N o es el libro mexicano el que más dan a conocer aquellas li- brerías, porque en ellas se da preferencia al libro argentino y al espafiol. f4e aquí un pro- blema idéntico al que tienen los cabanos y que acaba de ser definido editorialmente por Ra- fael Pérez Lobo en la revista "Cervantes", al declarar: "Muchos de los editores españoles que hoy trabajan en la Argentina estuvieron antes en La Habana, estudiando la posibili- dad de establecer aquí su negocio, y n.o pudieron hacerlo. Basta observar que ni un solo editor con sede en España se ha radicado en La Habana. E s que en La Habana no se puede trabajar el libro para ese mercado de más de 100.0G0,000 de habitantes como se tra- baja en la Argentina. La cuestión está en decidir si nos c'onviene seguir como estamos o si debemos cambiar ante esa realidad de hallarnos totalmente desplazados, cabe decir, de la cultura continental por una falta de distribución y divulgación de nuestros valores y nues- tros libros. Si nos conviene cambiar este estado de cosas, no hay otro camino más que ese: la exención tributaria total. Y casi, casi parece que n30nos conviene mucho seguir co- mo estamos". El libro mexicano, a pesar de hallarse libre de aranceles, no está aún en condiciones de producirse en cantidades suficientes para servir a un vüsto mercado conio el que sirve el argentino. Desde la época en que José Vasconcelos era Secretario de Educación, México se anti- cipó a ooordinar las relacicunes intelectuales en América, utilizando al libro como al vehícu- lo más eficaz, dando a las informaciones bibliográficas, por medio del boletín popular, una orientación americanista. Así lo proclaman las publicaciones que desde entonces ha venido haciendo aquella Secretaría, una d r ellas la revista "El libro y el pueblo" que tanto bien supo hacer a fav'ur del intercambio y de las relaciones interamericanas. h/Iucho se ha dicho, en tono hiperbólico sobre ésta; pero, en verdad, se ha hecho muy poco. E s seguro que so- lamente algunos de los peruanos especialistas en el estudio de la Historia del Arte. cono- cen las monografías, tan espléndidas, que han publicadfa Manuel Toussnint, Justino Fernán- dez, Enrique Cervantes, Agustín Velásquez Chávez o la que sobre la pintura de Puebla dieron a conocer José Luis Bello y Gustavo Arñza. E s grande la sorpresa cuando algunos lectores de Lima, que tienen trato constante con los libros y verdadera curiosidad por cono- cer lo que fuera del Perú se produce, declariin no haber leído "Ulises Criollo" de Vascon- celos, autobiografía que pirso en lugar primerísimo el nombre de dicho escritor. Ese libro ha sido, en 10s últimos 25 años, el mayor triunfo editorial que ha tenido México desde que hay imprenta, pues de éi se han hecho hasta cinco ediciones, con un total de 50,000 ejem- plares. Pero hay que hacer constar que el ttiunfo del editor fué rotundo porque pagó al autor una suma irrisoria. Lo mismo sucedió a! novelista de "Los de abajo", Mariano Azuela, que es el escritor mexicano que ha sido traducido al mayor número de idiomas, y que a pesar de ello, sin que el Estado pueda salir a su defensp, se conforma con ser un infrsrtunado escritor más. La Secretaría de Educación de i\.i(éxico se ha preocupado por hacer ediciones baratas de libros de texto y "El Nacional" con sus ediciones encuadernables se ha dado cuenta de lo que significa un libro como la Historia de México pcir Luis Chávez Orozc~u,que sólo cuesta 70 centavos al editor y que en las ciudades de provincia es comprado a 4 pesos por los niños de las escuelas, mejor dicho, psr los padres de familia. Hay que enseñar a leer, pero también facilitar la adquisición del libro; porque de lo contrario éste seguirá siendo como e s a medicinas costosas, esos reposos y esas .vitamiilas que los mí-dicas aconsejan a sus pacientes atacadcs de enfermedad elegante. El mundo me- jor de que nos están hablando los profetas será aquel en que no haya tanta pexluria, ni tan- to hombre que no lee el periódico del día porque no tiene con qué comprarlo o si tiene con Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.2, enero-junio 1945

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx