Fénix 20, 23-30
RELACION INEDITA DE PEDRO LOPEZ 25 Jauja, Huancavelica, Huamanga, Cuzco, Cacha (donde contempló los míticos restos del supuesto paso del apóstol San Bartolomé) 1, Chucuito, La Paz, Co– chabamba, La Plata, Potosí, baja a Tarapacá en la primera oportunidad, y en otra posterior cruza la puna de Atacama, para alcanzar Santiago, de donde re– vuelve a Santiago del Estero, Santa Cruz de la Sierra, y finalmente, se alarga hasta el puerto de Buenos Aires. No estamos en condiciones de afirmar si en este mismo trayecto, al regreso del mismo, o en distinta oportunidad, recorrió la costa, desde Santa Elena en el Ecuador, pasando por Paita, Piura, Trujillo, Lima y Cañete. Esbozo biográfico ¿Qué sabemos de este errabundo cronista? En vano se buscará su nombre en las obras históricas y en las colecciones documentales concernientes a la Nueva Granada, Perú, Charcas, Chile y las regiones platenses. Peones obscuros como él se contaban por centenares en las milicias colonizadoras, y si nuestro biografiado se ha salvado del olvido, ha sido gracias a este relato de sus andanzas, esmaltado con episodios que frisan en 10 increíble, pues como tantos otros contemporáneos, su vida parece emerger bajo el signo de 10 azaroso. Homónimos del personaje que nos ocupa se encuentran sin dificultad. Por lo pronto, en los anales de la Conquista del Perú hay que deslindar su per– sonalidad de la del conspicuo Escribano Mayor de la Nueva Castilla y confiden– te de Pizarra, Núñez Vela y Gasea, Pedro López de Cazalla (deudo del Príncipe de los cronistas Cieza de León), que aparece con frecuencia en los documentos de entonces, las más de las veces identificado sólo con su nombre y el patroní– mico. Para reconstruir la vida azacaneada de nuestro protagonista, es del caso utilizar el procedimiento más eficaz, por ser el más plausible: atender a las declaraciones del propio autor, espigándolas de su relato, aunque no siempre sean fáciles de determinar con exactitud ni la cronología ni la sucesión de los recuero dos que se acumulaban en la memoria un poco vacilante de Pedro López. Su patria era León. Lo arranca del viejo solar originario el afán «por ver las grandezas y cosas notables» de las tierras indianas, acerea de las cuales corren leyendas sin cuento. En Sevilla se embarca acomodado entre el séquito reclutado por Alonso Luis de Lugo, hijo desnaturalizado del Gobernador de Santa Marta, Pedro Fernández de Lugo, que regresaba al escenario de sus ha– zañas, ahora investido con el cargo de Adelantado del Nuevo Reino. Los na– víos zarparon en Enero de 1540 y tras de sufrir los rigores de un temporal y de recalar en las Canarias, arribaron a Nombre de Dios. De aquí nuestro biografiado se desplazó a Cartagena, y se enroló en la expedición encabezada 1 Cfr. Cieza de León, Crónica del Perú, Capítulo XCVIII, y Señorio de los Incas. Capítulo V; y Garcilaso, Comentarios Reales, Libro V, Capítulo XXII. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.20, 1970
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