Fénix 20, 23-30

28 FENIX Perú que cuantos conocían el paraje donde se asentaba el lugarejo, afirmaban que no existía en todo lo conocido de las Indias temple más saludable. A despecho de tan prósperos auspicios, la flamante población no perduró, porque los feroces chiriguanas se encargaron de asolarla 7. En Febrero de 1565, vuelve por segunda vez a Chile, ahora en la hues– te del General Jerónimo Costilla, a quien destacó el Gobernador García de Castro con la delicada misión de desposeer de su cargo al Capitán General Pedro de Villagrán. Aunque nuestro biografiado asevere que la expedición constaba de medio millar de soldados, lo cierto es que sólo llegaba a dos cen– tenares de hombres. En el curso de la campaña perdió López «al mejor amigo que en aquella partes he tenido», Luis Caldera, que pereció víctima de conge– lación en la penosa travesía. Se jacta de que gracias a su decisión pudo salvarse de una muerte segura el grueso de las tropas y presume de haber increpado al General Costilla por su temeridad de atravesar el páramo entre los Charcas y Chile en las más adversas condiciones climáticas, que pusieron en riesgo de vida a los expedicionarios. La veracidad de estas fanfarronadas queda muy malparada, cuando averiguamos que Costilla y su cohorte se movilizaron a Chi– le por la vía marítima, a bordo de dos embarcaciones que zarparon del Callao y que tras de tocar en La Serena, fondearon en Valparaíso al cabo de tres me– ses 8. Parece, pues, que todo es un huero desplante de soldado vanaglorioso. Regresó a España en 1570, a bordo de la misma embarcación en que se restituía a la Metrópoli el Adelantado Alvaro de Mendaña, que acudía a la Corte a interesar la autorización regia para proseguir sus descubrimientos en Jos mares del Pacífico. De boca de este intrépido navegante recogió Pedro Ló– pez noticias peregrinas acerca de las costumbres de los isleños del archipiélago de las Salomón, que cuidó de recoger en su relato. Las huellas de nuestro personaje se pierden en Florencia, donde sentó pla– za en las fuerzas al mando del Castellano Hernando de Toledo. Allí pasmaría a los bisoños con hechos y sucesos, verdaderos o fingidos, resultantes de sus seis lustros de andanzas por Indias. [Cómo se le llenaría la boca al viejo pre– suntuoso hilvanando fantasías y realidades, que en su memoria acaso se confun– dían en un solo haz de recuerdos ... Valor de la «Relación» La información que suministra la crónica de Pedro López acerca de los eventos ocurridos en el Perú antes de su llegada a él es enmarañada e insegura. Adjudica a Almagro un marquesado ilusorio; imputa a Gonzalo Pizarro la derro– ta de Almagro el mozo en Chupas; afirma que Trujillo lo pobló el Capitán 7 Cfr. despacho de García de Castro, de 7.Il.1568, en Levillier, Gobernantes del (Madrid, 1921), I1I, págs. 297-298. López de Velasco, Geografía y Descripción Universal de las Indias (Madrid, 1894), pág. 508. 8 Barros Arana, Historia Ieneral de Chile, Parte Tercera, Capítulo Il, ~ 8. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.20, 1970

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