Fénix 20, 3-22

CULTURA ANTIGUA DEL PERU 19 Cualquiera que sea el significado de todas estas imágenes, el sentido con el que se hallan representadas en las diferentes épocas y lugares del territorio andino es el mismo. Todas las formas obedecen, pues, a un contexto mágico– religioso, dentro del cual podrán hallarse muchos cambios y variantes a través del largo proceso de desarrollo cultural, pero la unidad de este contexto es evi– dente. Desde tiempos precerámicos se han recogido en la Costa tejidos, mates grabados y otros objetos en cuyas decoraciones se advierten ya los rasgos fun– damentales que más tarde acabarán por regir las tradiciones clásicas pan– peruanas. * Todo grupo organizado en sociedad posee un sistema de creencias y prác– ticas, conocimientos y habilidades, ideas y valores, costumbres y hábitos distin– tamente estructurados que les son propios y que se identifican en pautas que denominamos patrones cultrales, cuya totalidad constituye el carácter o "espí– ritu" de una cultura, lo que etnológicamente llamamos ethos. Cada cultura representa, ya lo dijimos, un esfuerzo de adaptación a su ambiente. La diversidad de culturas deriva de la multiplicidad de actitudes, inventos y descubrimientos locales; por eso es que, de manera un tanto formal y axiomática, podemos decir que el ethos de una cultura es el resultado del modo como se interrelacionan sus formas de producción. La clave para la iden– tificación de una cultura está en la elección de aquellos rasgos o complejos cul– turales que no son comunes a otras culturas y que la diferencian de las demás. "Una" cultura por lo tanto, puede ser definida como el conglomerado de pa– trones, complejos y rasgos culturales que presenta una sociedad determinada. El ethos de la Cultura Antigua del Perú está dado, pues, por la suma de sus complejos y rasgos culturales, esto es, por aquella cierta constante en el ca– rácter de hombre andino, su sentido de lo real y lo concreto, por el ritmo y la manera de producir el movimiento dentro del tiempo y por todos aquellos ras– gos que encontramos en su personalidad, ideología, religión, arte y en todas sus realizaciones. Desde los tiempos neolíticos, la cultura peruana se distingue por una serie de elementos que le son característicos, por la naturaleza y va– riedad de las plantas cultivadas o de los animales domesticados, por la ubica– ción de sus poblados y la manera de construir sus viviendas, por los materiales y la hechura de sus implementos, por la forma de decorar sus mates y cera– mios, por la manera de enterrar a sus muertos y, en fin, por todas aquellas peculiaridades que la arqueología nos revela que le son inherentes. La ideología es la fuerza que cohesiona e impulsa las realizaciones de cada sociedad. La ideas constituyen el ambiente artificial -no físico- de cual– quier sociedad humana y sin embargo constituyen un elemento tan real como los ríos, el tiempo o las montañas. Las sociedades se comportan y reaccionan frente a su ambiente espiritual como a su ambiente natural y de otro lado, la ideología Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.20, 1970

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