Fénix 20, 3-22
CULTURA ANTIGUA DEL PERU 11 sidades internas, el concepto de progreso no es tan subjetivo según se despren– de del análisis y comparación de las diferentes civilizaciones. Las diversas "culturas" que se han señalado en el territorio peruano y que han sido siempre estimadas como entidades más o menos independientes y sólo con ciertos tipos de interrelaciones estilísticas de cerámica, tienen en común mu– cho más de lo que se puede observar en la pintura de sus vasijas. Si antes que en otra cosa nos fijamos primero en la manera como las gentes de todos estos grupos han actuado en función del medio, en la solución de sus necesidades funda– mentales, veremos que todos participan, en común, de una interpretación con– vencional del Cosmos. Puede haber, y de hecho existen, variaciones y deseme– janzas en distintos lugares a través de los siglos, pero por encima de estas di– ferencias, todos los modos de vida se afilian a un sistema de valores y patro– nes reconocible e inconfundible, un conjunto de rasgos propios y característicos que permiten, a la vez, diferenciar e individualizar a la Cultura Peruana con res– pecto a las otras culturas. * Cuando nos referimos a la Cultura Andina, o bien al territorio andino, no estamos señalando en particular a las manifestaciones culturales de la región de la Sierra, ni a la cordillera de los Andes solamente. La Región Andina, geo– gráfica y culturalmente considerada, comprende toda el área de influencia andi– na y está integrada por las tres regiones naturales de peculiaridades distintas: Costa, Sierra, y Selva. La Cultura Antigua del Perú abarcó un área mucho más grande -si exceptuamos la Selva- que la actualmente ocupada por nues– tro país; a su vez, dentro de esta área se puede distinguir una zona en la que se concentró su mayor desarrollo, donde estuvieron ubicados los grupos más avanzados. Ha sido denominado por Kroeber y Bennett, Area Ca-tradicional Andina. Ninguna región en el mundo ofrece, como la región andina, tal diver– sidad de ambientes en espacio semejante. Los contrastes del clima y, de ma– nera general, del habitat son sumamente marcados, como en ningún otro lu– gar de la Tierra. Mientras que las demás civilizaciones universales florecieron en regiones de clima y altitudes relativamente parejas, los antiguos peruanos tuvieron que enfrentarse con un medio de lo más diverso y severo al mismo tiempo. Indudablemente que fueron los contrastes ambientales que estimula– ron, en gran parte, el desarrollo de la civilización. La naturaleza en el Perú no es tan pródiga como se piensa; los grandes valles son pocos, los valles y laderas aprovechables de la Sierra son muy pequeños, en realidad, una plurah– dad de ambientes que permiten la vida de reducidos grupos; el clima de las me– setas alto-andinas es tan duro e inclemente que éstas son habitables sólo en al– gunas hondonadas. De manera, pues, que en estos lugares solamente podían reunirse pequeñas comunidades, tan espontáneas como los frutos mismos de la tierra. Paradójicamente, este fraccionamiento de las sociedades es lo que, tal Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.20, 1970
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx