Fénix 20, 31-73
44 FENIX jeneralmente emos visto a los que con los naturales son tan crueles como fieras y usan crueldades con ellos, venir a morir a sus manos, muertes segundas a las quel murió. Tienpo tuuo para se salvar y si los martirios q' le dieron rrezibió en pazienzia, puede ser. Hera uno de los mas jentiles honbres quen aquellas partes avía: tenia la barba negra, el rrostro grave, brabisimo entre los hindios, muy diestro y manso en la guerra, muy quisto de los soldados amigos y temido de los enemigos. Yo fui después al castigo con el Capitán Rodrigo de Zieza por mdo. del Gouernador don Sebastíán de Venalcazar, en cuio castigo y conquista entramos ziento y veinte soldados despada y rrodela y algunas va– llestas; todos a pie, por ser la tierra no aparejada para poder meter cauallos en ella y tanbien porque valía un caballo en aquel tíenpo mucho prezio, por– que avía pocos. Metimos tanbíén algunos perros bravos zevados en indios quen aq'lla tierra lo primero que los capitanes se proveen despues de aver hecho la jente es buscar perros buenos, por ques grande aiuda. Llegamos a la provinzia de Pirama la otava de San Ju Q del año de quarenta y nueve y de aí a dos o tres dias subimos a la Sierra y tuvimos batalla con los indios y les quitamos más de zinquenta cabezas que tenían en sus casas por trofeos, las quales tenían en más q' si fueran esmeraldas, por ser de espa– ñoles; teníanlas conservadas con un betumen, el qual saben hazer muy bien, que no les faltava pelo al parezer en la barva ni cavello. Poseía cada uno la que auía cortado. Teníanlas en lo alto de las lanzas y sus puertas. Hacía quando llegamos a esta provinzia que auían muerto ocho meses. Estuvimos en la conquista y castigo hasta Navidad, que fueron seis meses, en los quales se hizo algún castigo y les ataca las comidas que- mándoles las casas porque nos viniesen de paz. Jamás pudimos auer al señor. Matáronnos algunos de los nuestros y Piguanza hera uno de los mas belicosos y astutos en la guerra q' yo jamas e visto. Sucedió lo q' diré: avién– doles dado veinte rrencuentros y batallas jamás pudo saber qué tanta gente héramos, que pensava heran más de mill españoles, y ansí nro. Capitán Ro– drigo de Zieza a todo nro. servizio indios y indias les hizo y dio borden que se vistiesen vestidos poniéndose sonbreros y capas escusadas más y jamás dejamos de hazer los alojamientos y poner nras. tiendas en las faldas de los montes quen aquella tierra ai, y quando alguna vez aviamos de pasar por algún rraso que pudiésemos ser contados de los enemigos, el servizio mezclado entre nosotros de la manera que dho. tengo. Este rrei Piguanza dezía q' era aver tantos españoles inposible en el mundo, que los quél avía muerto y los que estavan poblados en Popaián heran trezientos honbres, que él los avia ynbiado a contar y questos los avia formado sus dioses de la espuma de la mar para castí– garlas, porquél y sus indios los tenían enojados. Esto les hazía el demonio entender a estos desuenturados. Ynbió a dezir a nro. Capitán que tuviésemos paz con él y que nos serviria de inbiarnos bastimentos, y que bastasen las guerras echas y se dejasen pa. otro verano y esto dezia el peRo a fin para nos descuidar y saber los quéramos para se aprovechar de nros. por la mejor manera que pudiese, q' palabra ny verdad no la tienen ni la saben cunplír. Nro. Capitán le inbió a Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.20, 1970
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