Fénix 20, 31-73

RELACION INEDITA DE PEDRO LOPEZ 55 y duzientos honbres que biben de contratos con los yndios. Es ansimismo la tierra fría. De aquí se va a la provinzia de Chile y van por algunos despobla– dos y pueblos de indios. Si quieren bajar a la costa pueden y si no, se van a Tarapacá questá en la marina de la costa del Sur por camino derecho. Tara– pacá es pueblo de indios, está aquí algún español o españoles cojiendo los tri– butos de sus amos de los yndios los qales. dan el abio para el viaje que an me– nester. Para pasar el despoblado váse de aqui a los Díaguitas, los quales de ordinario están de mala disistion; an hecho y hazen oi dia mucho daño por– que quando van pocos españoles dánles en la caveza y quando ven que va jen– te que no se pueden aprovechar della ..... . Ay a Potosi dende estos diaguitas ziento y veinte leguas. Estas leguas quen en toda esta rrelazion e dho. no son sino poco más o menos, según el mejor juízío de los caminantes y de lo q' se camina en una jornada o se podría caminar; adonde ai más zertidunbre de las leguas es en lo quel Inga conquistó quen todas las partes ponia mojones, q' llaman ellos topos, cada uno a otro legua y media. Destos diaguitas, nonbre suio propio, provinzia llamada ansí, se toma el despoblado p~ Chile, el qal. tiene ochenta leguas, para las quales se a de llevar bastimentos en cavallos ansi p~ los españoles como p~ los cavallos o mulas, porq' no se puede caminar por la falta de los pocos pastos quen aq'llas tierras ai. Es tie– rra de arena por algunas partes; es la más fría q' creo ai en Flandes ni en otra parte; ánse muerto de frío muchos indios y españoles en este paso y despobla– do y yo lo pasé con el Gouernador Jerónimo Costilla y lleuáuamos quinientos soldados de los qales. se nos elaron los treinta y cinco y más de duzientos yn– dios de nro. servizio y se nos quedaron muertos y anegados mas de zien cava– llos; perdimos el camino por estar las campiñas llenas de nieve. Las guías que nos lleuauan se rrejian poco mas o menos por los altos o sierras quellos conozían. El Tiniente de Gouernador perdió los dedos de los pies de frío; yo perdí el mejor amigo quen aquellas partes e tenido, el qual se me quedó atrás una tarde de mucha nieve, y como llegamos adonde se asentaron las tiendas y 10 hallé me– nos, boluí en un cavallo a 10 buscar, el qual hallé una legua grande del rreal asentado en la nieve, muerto, helado, los ojos abiertos y como si estuviera bibo Llamauase Luis Calderón, al qual le dije, apeándome, cavalgase en aquel ca– vallo y caminasemos quera tarde y aun rriñendo con él se lo dije con pala– bras enojosas; visto no se leuantaua me llegué a él y le tomé de un brazo para Jo levantar y estaua elado y traspasado del todo. Bolví a caualgar y proseguir mi camino q'ra por la tarde y auría m~ hora de dia no más en el camino. Se nos quedaron aquel día mas de zinquenta personas, españoles y indios muer– tos. Llegué al alojamiento y antes que del cauallo me apease, me enpezó a ten– blar y se me caió muerto; hízome despues mucha falta, quera muy buen caua– llo; y el aluergue y zena que hallé fué para alibio del travajo pasado. Todo mi servizio y camaradas y un primo hv, que tenían no avían aun harmado las tien– das, sino unos sobre otros las frazadas enzima los hallé. Aquí me enojé gran– demente con el Jeneral Jerónimo del Castillo (sic) que contra la voluntad de todos Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.20, 1970

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx