Fénix 20, 31-73

58 FENIX Aquí hizo una inbinzion un cauallero que se llama Francv de Ahuma– da, grande arcabuzero y cazador y fué que tomó una piel de venado y a la misma usanza suia cubierto de todas partes andando con las manos y con los pies a gatas se iua a los venados, el quel como le veían ansí no se azoravan; ílegava zerca dellos haziendo sus paradas y a tiro de arcabuz disparaua y derri– baba u dava a uno o dos y desa suerte nos aprovechamos de ai adelante desta arte. P(t matar los avestruzes los indios nos dieron industria: hazian una ca– sica poco maior que un honbre y metíanse en ella llevándola en la cabeza, la qual de rramas verdes y con flores q. en el canpo las avía y vánse por el monte adentro llegando poco a poco adonde los avestruzes pazían, los quales como veían la montaña o casa de rramas pensavan ser ansimismo como lo demás y tirán– vanles un tiro bien zerca, pocas vezes les herravan. Desta suerte nos aprovechava– mas de la caza que los perros no podían alcanzar, y estas avestruzes tienen las piernas cama de carnero; es buena comida; no se come más del de las piernas. En esta provinzia ay muchos pájaros que se llaman negrillos y muchas perdizes. Un cavallero llamado Antonio de Ualda fué el quel primer pájaro tomó y cazó con el Cazica señor de la tierra q' se llama Grigota, estava preso y no avia rremedio de hazelle sacase su jente de paz; este cavallero Antonio de Balda hera Maese de Canpo del Capitán Andrés Manso. Un dia sacó este se– ñor de la prision y lo llevó consigo a caza, el qual le vio bolar dos o mas per– dizes quen aquella tierra ai muchas y como vio quel pájaro hazia lo que su Sor. le mandava y que matava las perdizes para que su señor comiese y le echava al buelo a perder de vista, y con una boz al señor lo venía, estava admirado. El señor llamó a sus indios algunos de los que allí tenía y les dijo que pues que los xpianos. hazian a las aves que los sirviesen y venian a su llamado desdel zielo, que mal se podían ellos defender, pues los pájaros no se defendían; que le parezia que se saliesen todos de paz y que sirviesen a los xpianos. Ansí eon gran contento se bolvió a la ziudad y dijo al Capitán y Maese de Canpo que le dejasen hir a sacar su jente, quél quería servir y que dios se lo mandava; hizieron confianza dél; a cabo de seis dias que avía salido vino a la ziudad y m(t legua della venia con jente en horden: traia entre honbres y mujeres duz (sic) mill personas, todas en batalla, haziendo grandes alharacas y tocando muchos instrumentos de cuernos y atanbores como ellos suelen. Los mas. se pusieron en batalla y salimos zerca de la ziudad, lo mejor en horden que pudimos; el Capitan le avía pesado aver usado con el señor de la liberalidad que avía usado pensando venir de guerra. Azercándonos a ellos salió el señor con algunos prinzipales delante [y] con pajes tras con rramos en las manos a rrezibirnos y abrazarnos muy estrecha– mente, ansi a nosotros como a los cavallos como si fueran íntimos amigos y ansi lo fueron y jamás se an levantado ni tenido guerra con los españoles. Va un rrio grande que lleva mucho pescado por junto a la ziudad. De aquí se va para ir al rrío de la Plata por los palmares, en los quales ai culebras de gran gordor y largor; tigueres ques animal el más bravo quen aquellas par– tes ai; los montes son muy altos y largos y ralos que fázilmente puede un hon- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.20, 1970

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