Fénix 20, 31-73
RELACION INEDITA DE PEDRO LOPEZ 65 Carabajal salió huyendo y después fue preso y castigado. G9. Pizarra y sus caualleros con él, armados de todas sus armas en sus cavallos, fueron los que se estuvieron quedos, a los qales. llegó Di9 Zenteno, que conozía al Pizarra y se apeó a él con mucha cortesía y el Pizarra se apeó ansimismo y juntos mano a mano se fueron adonde estavan las tiendas y el Gasea se auía apeado. El Diego Zenteno llevó al Gonzalo Pizarra al Presidente Gasea, el qual le enpezó a hablar pensando se poder disculpar con él; el Gasea rronpio la plática y le dijo: «¿Cómo, señor Pizarra, en un paño de tan fina lana caer una tan mala mancha?». Enpezóse a disculpar. No le quiso más oir; mandóle llevar de delante de sí: llevóle Diego Zenteno a su toldo u tienda. Aquí el Gaca (sic) de cordero manso que era hablando a todos nosotros, con el bonetillo en la mano y aun debajo del sobaco, se boluió bravo i como un león mandó a la ora fuese cortada la cabeza a G9 Pizarra y buscado Carabajal y se hiziese jus– tizia de los Capitanes. Aquí hizo Di 0 Zenteno como los caualleros deven hazer teniendo a los enemigos en su poder, y fué que abiéndole dado el Pizarra a este tres batallas canpales y teniéndole año y medio en una cueua, adonde estava ascondido y padezido milI trauajos que honbre pudiera sufrir, bió al causador dellos y le hizo la cortesía y la honrra que pudiera hazer a quien le uviera hecho mucho regalo y merced. Fué el Diego Zenteno al Presidente a rrogalle le llevasen preso a la ziudad del Cuzco questava zinco leguas de allí; no lo quiso hazer sino que a la hora le cortasen la cabeza. Bístese de luto él, sus criados y amigos, y fué al Gouernador quen su tienda estava a dezirle que no quería el Gasea sino que allí se hiziese el castigo. Pidió G9. Pizarra confesor con gran ánimo, el qual confesó el Padre Frai Luis de Oria, francv, gran teólogo. A este tienpo tenía el Zenteno hecho hazer el est [r] ado con un paño de terziopelo bordado de horo y dos almohadas de lo mismo y una cruz de plata con un Xpo. cu– bierto con un velo y muchas hachas de zera ensendidas. Acabada la confesión pidió de beber; Diego Zenteno con su mano le sacó un plato de peras en con– serua y le hizo comer una, y después, con su mano, lechó a beber. En todo este tienpo jamás se vió al Diego Zenteno los ojos enjutos, lo qual no tenía G9 Pizarra sino con la grabedad que sienpre. Lleuáronle al lugar donde auía de ser degollado. Abrazó y besó en el carrillo a Diego Zenteno, agradeziéndo1e las mds. que le hazía por los daños quél le auía hecho; díjole en secreto le encomendaua a Doña Francé su hija (sic) el cual la tomó a su cargo y la ynbió después en España a su hermano con quien se casó y le dio grandes rriq'zas q'l Pizarra dixo al Zenteno dónde las tenía. Ansí se despidieron los dos, q' Jos q' uíamos q'dauamos afizionados a] Diego Zenteno por su gran bondad que quando estas últimas palabras dixo Pizarra al Diego Zenteno finales de despedida se le enternezían al Pizarra y se le incheron los ojos dagua. Hincóse de rrodillas en el estrado q' le tenían hecho y pidió una ymajen de Nra. Sra. de la qaI. él era devoto: tomándola con las manos le suplicaua fuese interzesora para con su hijo y después tomó el cruzifijo adorándolo y pidiendo a Dios per– dón de sus pecados. Bolvió al verdugo hecho esto, y le dixo: «haz lo que te an Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.20, 1970
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