Fénix 20, 31-73
66 FENIX mandado»; tomó con la mano la barua alzándola y mirando azia el zielo. El verdugo se hincó de rrodillas ante él pidiéndole perdón, el qual le dixo q' no le rnandauan cortar la cabeza por delante sino por detrás, q' ansí lo dezía la sentenzia. Diego Zenteno mandó al verdugo que no hiziese nada hasta q'l bol– viese que yua a hablar al Presidente, del qual alcanzó fuese degollado como cauallero y así fué hecha justizia dél. Murió con gran arrepentimitv. de sus pecados, pidiendo a Dios perdón. Fué cubierto luego con otro paño negro; mandó el Gasea le llevasen la cabeza y la pusiesen en el rollo o picota del Cuzco y fue ansí hecho sin admitir rruego de naide para lo dejar de hazer. Fué enterrado su cuerpo en el Cuzco en la Capilla de Nra. Sra. de la Md., adonde ansimismo está enterrado el Marqués don Diego de Almagro. Hizieron allí en aq'l ualle do fué la batalla justizia de algunos capitanes, entre los quales fueron el capitán Ju Q de Acosta, el Capitan Ju Q de la Torre, y a los demás que no eran tan culpados inbió presos al Cuzco q' son zinco leguas de Jaqui– jaguana, En este tienpo se ponía gran dilijenzia en buscar a Carvajal, el Maese de Canpo, el qual como salió huyendo de la batalla se metió por unas ziénagas fuera de camino, solo en una mula. Apeándose della, como zinco leguas del canpo, por unos espadañales se metió esperando la noche; fué visto de un hon– bre, criado de un cauallero que se llama Antonio de Quiñones, su labrador, el qual se llegó a él y le conozió y dijo que quién auía venzido la batalla; rres– pondióle quel Presidente Gasea; rogóle q' le tuviese secreto hasta q' viniese la noche y le trajese algo de comer; dióle una cruz de zincoesmeraldas, q' valían más de zien mill ducados y otras zinco piezas q' lleuaua en una bolsa de poco menos valor por q' le tuviese secreto como digo; el villano hizo lo q' devía a quien hera. Dijo iua por comida y asegurarle si le avían visto alguno, que se estuviese quedo hasta quél boluiese; caualgó en una iegua y a todo el más correr q' pudo fué a Jaquijaguana y dió aviso al Presidente de cómo le dexaua y adónde; holgóse mucho dello: ynbió cinquenta honbres con la más presteza q' pudo. Tardaron en ir y bolver el labrador y los caualleros menos de quatro horas. Estas cosas hazían con gran dilijenzia. Llegaron adonde el Carvajal estaba y lleváronle preso. Llegaron a Jaquijaguana a dos horas de noche; aq'lla noche se confesó, a la mañana le leieron la sentenzia, la qual fué que fuese arrastrado y hecho quartos por traidor. Oióla con gran denuedo y con ninguna muestra de couardía; llegaron a lo poner en una rrastra para sacalle. Dijo mu– chas grazias y chistes y con una última palabra, quando se metía en ella: «Cuna quando chico, cuna a la vejez, para esto nazí, de morir avía». Antes desto el Capitan DiQ Zenteno se llegó a él y le dixo «Señor Carvajal, ¿conózeme V. Md.?» con buen zelo pa. le servir, como hizo con GQ Pizarro i aun con él después. Respondióle: «cómo quiere V.M. que le conozca, q' no me acuerdo averle visto sino por las espaldas», motejándole de averle huído sienpre. Díjole más si auía algo en qué le servir, que lo haría muy de ueras tan bien como cualquiera her? de los suios; rrespondióle el Carbajal que si le podía dar la vida; díjole q' no, Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.20, 1970
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