Fénix 20, 31-73
RELACION INEDITA DE PEDRO LOPEZ 69 Hernandez esperava oportunidad de tienpo p;.l. hacer su hecho. Los vzQs. ya se havían salido todos afuera, aunq' las firmas que avían dado tenía Franc? Hernandez bibas, las quales inbio el Marq's de Cañete a Su Mt. a España. No se perdió un peso de aq'llos que auían prometido p;.l. la guerra que no lo cobrase Su Mt. de los que para contra él lo auían prometido. Una noche, en una zena que Francv de Loaisa dio a todo el pueblo porque se avía casado y velado aq'l día, en la qal. zena se juntó el Correjidor y los demás cavalleros vzvs. y muchos soldados y muchas señoras, serían las nueve de la noche después de ayer acabado la zena, estando comiendo fruta de sartén entró Franc? Hernandez con treze amigos harmados y las caras cubier– tas. En la sala auía bien más de duzcientos honbres: derribaron las capas y las harmas en las manos enpezaron a dar en los que zenando estavan. Diziendo: «Libertad, Jirón», llegaron a la cabeza de mesa adonde estava el Correjidor, el qual estava sin armas; junto a él estaba el Capitán Ju 9 Al9 Palamino, el qual como les vió venir sobre el Correjidor para le matar, puso mano a su es– pada y capa. Hizo tanto que auidó a meter en una rrecámara al Correjidor y uno de los tiranos dió al Capitan Palomino quatro o zinco golpes de partesana de los quales murió. A esta hora las mujeres y los honbres a matar las can– delas el factor Ju 9 de Salas tomó una vela de zera en las manos y púsose de pie sobre la silla porque no se la matasen, y con esto uuo sola esta luz, aunq' después se enzendieron muchas, que nos hizieron mucho provecho para que todos no nos matásemos. En este tienpo el tirano Girón estava a la puerta de la rrecámara, rrequi– riéndole que se le diese, si no, que pondría fuego a la casa y los quemaría a todos. Visto esto el Correjidor y las lástimas y bozes que oía tomando seguro de Francv, Hernandez que no le mataría se puso [en] sus manos, al qual in– bió preso a su misma casa con Diego Gauilán y A19. González, dos de los treze que con él entraron. Lleváronlo y entregáronlo a doña Menzia su mujer. Aq'lla noche hizo su escuadrón; amanezieron en la plaza setezientos soldados en escuadrón en favor del tirano. A cabo de quatro o zinco dias, juntos los mas vz9s. desta ziudad y el Correjidor con ellos, les dijo la causa por qué avía hecho aq'llo, q'jándose de algunos que se auían huído aquella noche; dijo al Correjidor q' bien vía cla– ramente que le merezía la muerte, que no se la q'ría dar, mas que hiziese de sí Jo q' quisiese y se fuese a la ziudad de los rreies, adonde estava la rreal Audien– zia, el qual se 10 agradezió mucho, queriéndole besar las manos por la md. Le suplicó le diese una mula o cavallo de los que tenía y le avían tomado, el qual le pidió la memoria de toda la rropa, cauallos y mulas q' tenía; diósela. Man– dó el Jeneral Franc? Hernández, que ansí se intituló, se lo trajesen todo ante sí, 10 qual fue ansí hecho. Lo mandó vender en la almoneda: sacóse dello nueve milI castellanos. Dióle Franc? Hernández dos cavalgaduras en q' 10 lleuase; ynbio con él al Capitán Piedrahita con treinta arcabuzeros, q' a él y a su dinero los llevase sesenta leguas de la ziudad, para que pudiese ir en salvo, 10 qual fue ansí hecho. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.20, 1970
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