Fénix 20, 31-73
RELAClON INEDITA DE PEDRO LOPEZ 71 Pusieron por Jeneral, por amor de estas discordias, a Pablo de Mene– ses, de Talavera de la Reina, el qal. cavallero governó sienpre bien. Ynbio por corredor jeneral como lo era a el Capitán Lope Myn., el qual salió con trezien– tos honbres, los mejor aderezados q'n el canpo avía, y el Jeneral con uchuzien– tos yva a su paso. En el valle de Chincha hizimos alto, adonde nos dio pesti– lenzia: en el canpo murieron veinte mm indios de nro. servizio. De aquí se acordó se siguiese al tirano por la orden que avían salido. Sa– lió Lope Myn. con los trezientos honbres de a cavallo; el tirano le hechó co– rredores p~. le zebar. Visto por nro. corredor Jeneral los enemigos, partió con más furia y presteza quera menester. Los corredores del tirano yvanse dete– niendo por llevarlos tras sí, sin ninguna orden. Cada uno procurava de aguijar más su cavallo. Sin esperar horden de guerra entraron por donde el tirano te– nía puesta la enboscada y pasauan adelante. Desta suerte entraron de los tre– zientos los duzientos y ochenta de los qales, honbres no q'do a vida q' no mu– riese en la guerra peleando u despues a sus manos. Aquí se rrehizo el tirano de muchas armas y cavallos que tenía bien menester. Murió el Capitán Lope Myn. por esta deshorden y hizo mucho daño en nro. canpo. No contento el tirano con esta vitoria, salio con todo su canpo al nro. El Jeneral Pablo de Meneses, aunq' estávamos descuidados por tener los corredores delante y ayer poco espazio dende q' fuimos avisados de los q' bolvieron huiendo de los nros, hasta q'l tirano llegó, q' fue al alua, antes q' es– clareziese, tuvo su jente en horden y los rrezibimos lo mejor q' pudimos. Hizié– rcnnos mucho provecho quatro piezas de canpo q' lleuáuamos, las qales. fue– ron parte para q'l tirano no nos acometiese tan de golpe y sin miedo como ve– nía. Caminó aq'lla noche, por hazer lo q' digo, honze leguas de camino malo de arenales. Fuénos forzado rretirarnos hazia Chincha, adonde auía q'dado otra parte del canpo con los Oidores y Arzobispo, q' nos parezió bastavan ochuzien– tos honbres p~. desbaratar a quatrozientos q'l tirano lleuaua y fue al rrevés, de suerte q'l tirano boluió a proseguir su camino, y nro. canpo el Presidente y Oydo– res se rrecojieron a la ziudad de los rreies, y lo mismo hizo el Jeneral. En este tienpo, estando haziendo el castigo el Mariscal don A19 de Al– varado en Potosí sobre el alzamitv, de don Seuastián de Castilla, supo este alzamitv. Hizo la más jente q' pudo: sacó de Potosí mill y zien hombres, el qual inbió abisar a la Audienzia rreal cómo bajava con canpo. El Jeneral Pa– blo de Meneses proveió q' con el Capitán Juan de Saavedra, vz9. del Cuzco, fuesen trezientos honbres a socorrer al Mariscal, los quales fuimos por la Sie– rra, diferente camino del q'l tirano lleuaua. Hallámosle duzientas leguas de los rreies, holgóse con nosotros, mas pesóle del desbarate nro. q' del socorro q' le iva, que le parezía a él podría allanar todo el Perú con la jente q' de Potosí avía vajado, El tirano q'dava atrás más de ziento y veinte leguas hazia los rreies. Atravesamos luego Arequipa; en los Lucanas hallamos corredores del tirano; fuimos en su seguimitv, hasta el valle de Chuquinga adonde hallamos el canpo del tirano formado y en un muy fuerte sitio, en un valle hondo, zerca de un rrio. El Mariscal asentó su canpo enzima de los altos de aq'l rrio. Es- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.20, 1970
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