Fénix 20, [86-186]
2 maestros siempre dispuestos al auxilio de la razón descarriada : damos principio á este diario, per... mitiendo adularse desde ahora á nuestros. corazo– nes con las mas risueñas esperanzas. ¡ Salve amada Patria! Seas tantas veces eneal– zadn por el tierno amor de tus verdaderos hijos, cuantas la justicia , la razón y la verdad con sus mdeñcientee luces se dexen percibir en el augusto trono de tu sacrosanto altar. AL SOBERANO CONGRESO. OllA. Señor, el triste pueblo que lloró por tres siglos la esclavitud funesta de un barbaro dominio, rompió la espada fiera ,ilel déspota atrevido, que la purpúrea sangre le place en su delirio. Sediento de la nuestra aun brama enfurecido, y por lograrla invoca al gcni i ) del abismo. No quiera, no la suerte profane con pié altivo el suelo donde un dia lo. libertad tuvimos, Ante las crueles aras seremos ofrecidos del numen sanguinario 'l"e llama en los peligros el. homicida acero.... Pero ¿por qué destino en días tan plausibles lloramos y gemimos? No mira ya el tirano que en su trono divino la li bertad sngrada preside estos dominios? No mira ya á los padres c.le la patria conscriptes gustosos ofreciendo sus caros sacrificios? El tiempo venturoso volando complacido decantará las glorias que el cielo darnos quiso. No entonará ya el alma los esforzados himnos que tributaba un tiempo al ciego despotismo. ¡O monstruo abominable que en hórridos conflictos y amargas pesadumbres pusiste al pecho mio! Dexa feroz que goce, dexa que goce alivio: no turbes el re~oso de un misero aflIgido. y tú Congreso sabio por nuestro bien unido Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.20, 1970
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