Fénix 21, 17-24
22 FEXIX Entre las librerías de mayor nombradía en este orden figuraban las de los jesuitas, y en particular la del Convento Máximo de San Pablo, en Lima (UJ). El P. Bernahé Cobo la pondera por hallarse instalada en un local "muy capaz", y añade que se hallaba provista de todo género de libros, "de manera que no es fácil que falten muchos, como no sean muy raros". Se franqueaba el acceso a ella a los laicos que manifestaran deseos de consultar sus colecciones. Cuando se produjo el cxtrañamiento de sus propietarios, contaba con más de 4,0.000 vo– lúmenes. que por disposición del monarca Carlos JII pasaron a enriquece]' otra biblioteca institucional, la de la Universidad de San Mareos. Para dar cabida a este magno caudal de impresos, fué necesario habilitar el General Mayor, con lo que se dió origen a una serie de incidentes. que sería largo de reseñar aquí (11). En la cadena de las vicisitudes que experimentó dicho establecimiento intervino el ilustre Fray Diego Cisneros (] 2 ). La verdad es que no era fácil consultar sus fondos, si hemos de atenernos a la denuncia de un frustrado lector: "He estado en la Universidad cincuenta veces en husca de un libro, y otras tantas me he vuelto a mi casa sin él, porque el Señor Biblio– tecario tiene la librería cerrada a piedra y lodo, y pasa todo el día en la puerta de la calle observando los astros, a ver si le dicen algo sobre la venida del An– ticristo. Los 300 pesos que se sopla caela año, ¿.se los dan por astrólogo o por bibliotecario?" (13). El inculpado ele conducta tan ajena a las virtudes flue deben adornar al bibliotecario era nada menos que don José Gl'egol'io Paredes, cosmógrafo y astrónomo. El primer intento conocido de errgir una biblioteca pública en Lima fué promovido por el polígrafo José Eusebio de Llano Zapata, animado seguramente del deseo de hacer participar a su ciudad natal de las ventajas de un centro bibliográfico como el que disfrutaba Madrid, desde que en 1712 se ah riera al público la Real Libreria, el más antiguo de Jos establecimientos culturales crea– dos por la Casa de Borbón en España, eon el fin ele favorecer y difundir la ilus– tración. En 1736 había cambiado su nombre por el actual de Biblioteca Nacional, simultáneamente su papel de repositorio de Iibros y de foco de investigación con el de gran centro editorial. 10 V. el capítulo "Jcsuits and hooks" en la monografía del P. Martín, The intellectuai conqllest of Peru. (Ncw York, Fordham University Press, 1968), págs. 74·96. Para la biblioteca de los jesuitas en el Cuzco, véase el artículo dc Schwab, cola– cionado en la nota ('1). 11 Cfr. Libro XIV de Claustro" publicado por C. D. Valcárccl, cn Revista dcl Ar· chivo Central (Lima, 1966), I, núm. 1-2, págs. 83·8,1 y 86-108, quc utilizara Eguiguren, en Diccionario Histórico-Cronológico de la Universidad de San Marcos (Lima, 1951), lII, págs. 644-648. 12 Romero, "La biblioteca de la Universidad de San Mareos y el bihliotecario Fray Diego Cisneros", en Boletín Bibliográfico de la Biblioteca Central de la Universidad 111a· vor de San Murcos (Lima, 1927). 111, número 2, págs. 31-14. ts El Ln.tcsti zudor. Tomo TI. Lima. Viernes 22 de Octubre ,le HII:l. Adición al número LII. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.21, 1971
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