Fénix 21, 25-36

31 FENIX 21 dcCédulas Reales y Bulas Pontificias junto con todos los grandcs tratadistas del derecho indiano: obras como Monarquía Indiana de Torquemada, la Política Indiana de Solórzano Pereira, los escritos de León Pinelo, y esa ingente catedral idcológica que es el Thesaurus Indicus de Diego de Avendaño. Entre los autores extranjeros la Biblioteca ofrecía los Diez Libros de la Razón de Estado del italiano Botero, las obras del francés Berulle, y la Politicorum. sive Civilis Doctrinae Li– bri Sex del flamenco Justus Lipsius. Una rápida mirada a los estantes podía re– vela obras tan sugestivas como Thesaurus Politicus; El Secretario del Rey. Avi– sos (1 los Príncipes, y Ensayo Político sobre el Gobierno de Holanda (22). El Colegio de San Pablo Iué, como hemos demostrado cn otra parte, un gran centro lingüístico y humanístico, y su Biblioteca era extremadamente rica en estas disciplinas. El aficionado a las lenguas podía encontrar en San Pablo gramáticas y diccionarios de Griego, Latín, Hebreo, Arabo, Español, Portugués, Italiano, Catalán, Francés, Alemán, e incluso una gramática de la lengua copta, Las principales lenguas aborígcnes de América estaban ampliamente representa– das cn la Bibliotcca de San Pablo. No faltaban tampoco diccionarios multilin– gtics como el conocido diccionario de ocho lenguas de Ambrosio Calepino, y ci Diccionario Trilingüe del Castellano, Bascuence y Latín de Manuel de Lana– mendi. El querer dar una lista de las obras literarias sería intentar dar el ca– tálogo general de todos los clásicos y de la gran literatura española del siglo dc oro. En la Biblioteca de San Pablo no faltaba ninguno de los clásicos griegos y latinos, ni ningún autor español de monta, y además el lector podía leer en sus originales los portugueses Camoens y Vieira, los italianos Dante, Petrarca y Pla– tina. y los franceses Racine. Corneille. Bossuet y Bourdaloue (23). En las primeras décadas del siglo XVIII la Biblioteca del Colegio de San Pahlo comenzó a tomar un aire científico y a reflejar las nuevas luces de la iluso trnción , Onec grandes ventanales iluminaban la Biblioteca, cubierta con pesa· das estanterías desde el suelo al techo, dejando sólo unos espacios abiertos en la pared de la qne colgaban 21 cuadros al óleo de escritores jesuitas famosos. como el c spafiol Suárez, el italiano Balarmino y el alemán Canisio. En el centro, y so– bre sólidas mesas dc caoba. descansaban mapas, globos, compases y brújulas. Hacia cl fondo de la Biblio[eea el curioso visitante podía examinar un verdadero laboratorio cicntífico de "máquinas matemáticas y fisicas", para usar la exprc– sión del inventario real. Había varios telescopios. uno de ellos descrito como "te– Iescopio newtoniano de reflexión", y un buen número de "máquinas eléctricas". Una estaba marcada como "ruadc in England" y otra había sido importada de Italia. El laboratorio se preciaba además de una buena colección de máquinas pura medir el peso de los líquidos, experimentar problemas de hydrostática, y me– dir fuerzas eentrífugas y centrípctas. El conjunto lo completaban varias máqui– nas neumáticas traídas de Inglaterra y una serie de instrumentos menores (21). 22 tu«, 4;24. i,t29. ·t31-·L~5. lt46-464. ;'57:L 666. Ibid .. ff. '110-413. 420. '-;<)2-'-;9'-;. 677. tus; 648-649. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.21, 1971

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