Fénix 21, 25-36

LA BIBLIOTECA DEI, COLEGIO SAN PABLO 35 Esta colección de máquinas científicas que ocupaban el fondo de la Biblio– teca no se explicaría si los Jesuitas de San Pablo no hubiesen sentido la curiosi– dad científica de la Ilustraeión al leer las grandes obras de la época. En efecto la Biblioteca guardaba las Opera Omnia de Newton, cincuenta y ocho volúmenes en italiano de una Nueva Colección de Ensayos Científicos, y las publicaciones de la Academia des Sciences fundada en 1666 por Louis XIV. San Pablo poseía 54 volúmenes con la historia detallada de la Academie des Sciences y sus activi– dades, doce volúmenes con las Memorias científicas presentadas a la Academia Francesa, una obra en seis volúmenes describiendo todas las máquinas cientí– ficas patentadas por la Academia, y siete volúmenes que contenían la explica– ción científica de las máquinas que habían recibido premios especiales en París. El Colegio de San Pablo llegó incluso a adquirir, ya en vísperas de su extin– ción, las Memorias y trabajos científicos de la Akademie der Wissennschaften que desde 1711 dirigía en Berlín el filósofo y científico Gottfried Wilhelm von Leibniz (2~) . Junto a estas obras científicas no faltaban las obras filosóficas dc nuevo cuño, el Discours de la M étliode de Descartes, y las obras de Male– branohe, Locke, y Leibniz, para citar sólo unos pocos. El gran propugnador de la Ilustración Española, Benito Gerónimo Feijóo y Montenegro, fue tan popu– lar entre los lectores de San Pablo que sus obras no sólo estaban en duplicado en la Biblioteca Ccneral, sino también en varias de las bibliotecas privadas: de los profesores (2(;). Como insinuábamos al comienzo de este artículo, la Biblioteca del Colegio de San Pablo fue el resultado de los constantes esfuerzos de unos hombres de gran visión intelectual. La Biblioteca fue organizada por ellos de una manera científica y para ello hicieron traer de Europa una obra que explicaba la orga– nización de la biblioteca del famoso College de Clermont en Francia, catálogos de conocidas bibliotecas europeas, quince tomos del Catálogo de Varias Biblio– tecas en Todas Lenguas y la gran obra de Juan Tomás de Roeaberti en 21 vo– lúmenes, Index Üperurn. Ümniuni Bibliotecae Maximae Pontificiae que daba la lista de las obras guardadas en la Biblioteca Pontificia de Roma. Con estos ins– trumentos bibliográficos de primera calidad científica y gracias a una solvencia económica extraordinaria, los jesuitas de San Pablo pudieron organizar la me– jor biblioteca de las Américas (27). Esa Biblioteca fué constantemente usada por los jesuitas, sus alumnos y amigos hasta el punto de convertirse en un centro de investigación, en el más moderno sentido de la palabra. Autores que aún hoy día leemos con admiración vivieron en el Colegio de San Pablo y usaron su gran Biblioteca para redactar sus obras; obras que después ocuparon lugm- preferente en la Biblioteca del Co- 2.5 tsu; 582-583, 602, 606, 612. 26 tus: 421, 666-669, 689. 27 tu«, ff. 572, 584. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.21, 1971

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