Fénix 21, 25-36
26 FENIX Babel de lenguas antiguas y modernas, en hebreo, griego, latín, árabe, italiano, francés, alemán, catalán, español, y en las mas importantes lenguas aborígenes del Nuevo Mundo. La inmensa mayoría de las obras guardadas en la biblioteca de Harvard estaban impresas en latín, y pocas se encontraban en lenguas moder– nas fuera del inglés (2). El origen de la Biblioteca de San Pablo se remonta a abril de 1568, cuando el P. Gerónimo de Portillo y los primeros jesuitas llegaron a Lima. Antes de salir de Sevilla. Portillo gastó mas de doscientos ducados en libros para el futuro San Pablo, y casi podría decirse que la biblioteca existió antes del Colegio. Una vez adquirido el terreno para edificar el Colegio, en la cuadra ocupada hoy por la Biblioteca Nacional y la Iglesia de San Pedro, uno de los primeros cuidados de Portillo fue edificar una pequeña biblioteca. Se eligió un rincón callado del jaro dín y se levantó una habitación diminuta, pero con una buena ventana y buena luz, para colocar los libros traídos de Europa. Para enero de 1569 los doscien– tos ducados de libros estaban colocados en sus estantes, y en cartas a Europa podía describirse la nueva biblioteca como "muy conveniente" para los fines de la flamante institución jesuítica (:l). Pocos podrían haber sospechado en la Lima de 1569 que aquella humilde biblioteca sería, un día no lejano, la mejor del continente. Desde 1569 todos los jesuitas venidos de Europa, no sólo españoles sino tam– bién italianos y alemanes, llegaban a Lima con nuevas aportaciones de Iíhros. El primer Visitador jesuita del Perú, el Doctor Juan de la Plaza, por ejemplo, zar– pó de Sevilla rumbo a Lima en octubre de 1574 trayendo Iibros pOI' valor de qui– nientos ducados (4). El interés de Plaza en la incipiente biblioteca de San Pa– blo se refleja no sólo en la importante contribución de libros hecha por él en 1574, sino en el estudio que hizo de los fondos existentes y de la administración de la biblioteca. El 12 de diciembre de 1576 Plaza escribía al General de los Jesuitas en Roma y, entre otras COS~lS, le daba un informe preciso sobre el estado de la biblioteca. Plaza se queja de que está colocada en un sitio muy húmedo y que la humedad ha comenzado a hacer cstragos en algunos de los libros. Más triste aún, Plaza informa al General, el catálogo original ha desaparecido y aún no se ha hecho el nuevo; no hay rótulos en los estantes indicando las diferentes clases de libros, y muchos de ellos están colocados fuera de sitio. Lo más lamen– table para el Visitador fue comprobar que muchos de los Iihros traídos de Europa habían desaparecido para finales de 1576, quizá sacados de la biblioteca, sin permiso, por lectores sin escrúpulos (5). 2 En la actual Biblioteca de Harvard se conserva cl catálogo de aquella biblioteca en el siglo XVIII, en el cual se pueden comprobar los datos aducidos. 3 Antonio de Egafia, S. J. Monumenta Peruana (5 vols, Romae: Borgo Santo Splrito, 5, 1954-1969), 1. 250-51, 350. 4 tus; 1, 597, 599-603, 671-76, 723-24; n, 1·2. 5 Ibid.; Il, 169. El informe de Plaza parece implicar que era grande el número de u. bros y ~ue se usaban frecuentemente, incluso por amigos seglares de la Orden. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.21, 1971
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