Fénix 21, 25-36
28 FENIX bros con destino a San Pablo. Treinta y tres pesados cajones de libros llegaron en 1629. En la década de 1630 las consignaciones de libros para San Pablo se hacen más abundantes y el Colegio se convierte en distribuidor de libros para otras bibliotecas del virreinato. Los documentos nos dan testimonio que los hombres que organizan la Biblioteca en aquellos años, después de elegir los mejores tí– tulos, pam San Pablo, envían libros a los Colegios de Tnujillo, Arequipa, Pis. co, Cuzco, Huancavelica, Huamanga, La Paz, Chuquisaca, y Potosí. También se envían libros desde San Pablo a las misiones de Mainas y Juli, y hay envíos que llegan hasta los lejanos colegios de Córdoba, La Plata y Santiago dc Chile. En 1665, en un solo barco, llegaron cien cajones de libros desde Sevilla. Esos cajones se abrían en el llamado Patio de los Procuradores del Colegio de San Pa– blo, y después de seleccionar los nuevos y mejores títulos para la Biblioteca, cl resto se enviaba a otras instituciones jesuíticas o se ponía en venta para el pú– blico culto (ll). No es de extrañar, pues, que muchos profesores de San Pablo comenzaran a formar sus propias bibliotecas privadas a la sombra de la gran Biblioteca del Co– legio. En 1630 Nicolás Durán, por ejemplo, toma del envío llegado aquel año más de cincuenta volúmenes para su biblioteca privada. Duran, un italiano de gran inteligencia que trajo desde Roma los planos de la que había de ser maravillosa igle– sia de San Pedro, tomó para su biblioteca, entre otras obras, una historia gene· ral de los Romanos, el conocido tratado de Antonio Balerini De Re Militari Ve– terum. Romanorum; el Thesaurus Politicus, un libro sobre la historia y el pen– samiento de los egipcios y las obras numismáticas de Huhert Goltzi (lO). Estas bibliotecas privadas del profesorado de San Pablo crecen al mismo ritmo de la Biblioteca General y comienzan a crear problemas administrativos en San Pablo. Desde 1630 a 1715 los Provinciales Jesuitas tratan de controlar sin éxito el crecimiento de estas bibliotecas privadas, que ellos juzgaban una amenaza a la pobreza religiosa e innecesarias dada la existencia de la gran Biblioteca del Co· legioo Es evidente en los testimonios dc los Provinciales que muchos jesuitas pres– taban libros y los vendían a personas seglares de Lima, que a veces sustraían del Patio de los Procuradores libros que debían haberse colocado en la Biblioteca Cene– ral, y que así se impedía la creación de un buen catálogo central con la lista de too dos los libros existentes en el Colegio de San Pablo. Los Provinciales insisten duo rante todo el siglo XVII en la centralización administrativa de todos los libros de San Pablo y en la creación de un buen catálogo general. Es evidente que pa– ra ellos un libro sin catalogar y guardado por un particular en una celda priva. 9 Archivo Nacional del Perú : Compañía dc Jesús. Sermones. Legajo .3 contiene los si– frllicntcs manuscritos "Memoria de tos libros que cnvia el P. Hernando Morillo a la Prov. del Perú", "Contrato entre el capitán de Navío San José D. Ordoiio de Salazar y el P. Cristóbal Garcia Anez, 1629". "Cuentas dcl Procurador, 1662·1667": véase también Compañía de Jesús. Varios, Legajo 1 "Libro de Viáticos y Almacén, 1626-1627", y Legajo 2 "Libro de Viáticos y Almacén, 1628-31". 10· Ibid., "Libro de Viáticos y Almacén. 1628·31". ff. 1)2-100, 121-122, Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.21, 1971
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