Fénix 21, 25-36
FE::XIX regiones del Nuevo Mundo desde California y Nuevo México hasta La Plata. Chile y el Paraguay. No pocos de esos libros contenían descripciones de primera mano de los grandes ríos americanos, el Marañón, el Amazonas, el Paraná y otros. La interesante obra de José Gumilla, El Ürinoco Ilustrado y Defendido era una de las muchas de esta clase que descansaba en los estantes de la Biblioteca de San Pablo, en la que también se guardaban obras más tradicionales como Ias Geografías de Strabo y Ptolomeus, las obras de los geógrafos medievales y el cono– cido Dictionaire Ceographique de Martinier. No sólo la geogragfía de nuestro planeta interesó a los jesuitas, sino también la estructura del universo. La Bihliote– ca de San Pablo guardaba la revolucionaria obra de Nicolás Copérnico, De Reoolu– tione Orbiu.m. Terrestrium, las obras de Johannes Kepler. y las obras científicas del gran genio italiano Galilco Galilei. No lejos dc estas colecciones. el lcctor podía encontrar Tablas Astronómicas, tratados sobre cómo construir y usar te– lescopios, y obras sobre eclipses y terremotos eS). Se ha dicho con razón que los castellanos de la época imperial no sólo "hicieron historia" sino quc además la escribieron con arte y la leyeron con pasión. La Biblioteca limeña de San Pablo reunió una impresionante colee– ción de obras históricas. única quizá el, todo el continente. El aficionado él la historia podía encontrar en San Pablo. De Historia, para Entenderla y Escribirla publicada en Madrid en 1611 por el historiador español Luis de Cabrera; un tratado francés en cuatro tomos sobre los elementos de la historia; y la obra clá– sica de Mabillon, De Re Di.plouuiticu Libri VI, fundamento de la paleografía científica. que vio la luz en Francia el ario 1681. Existían también en la Biblio– teca de San Pablo un buen número de historias generales como las Relaciones Universales del Mundo de Juan de Botero, los tres tomos de la Historia General del Mundo de Antonio de Herrera qDe se publicaron en Madrid entre 1601 y 1612. El Gran Diccionario Histórico del francés Louis de Moreri, y la obra del itaHano Salmon. Lo Stato Presente di Tutti i Paesi e Popoli del Mondo en 17 volúmenes, impresa en Venecia en la primera mitad del siglo XVII (lfl). Los aficionados a la historia no tenían que limitarse al recorrer la Biblio– teca de San Pablo a obras de tono general. La Biblioteca ofrecía obras especia– lizadas en todas las épocas y regiones del globo. Los historiadores de Grecia } Roma estaban naturalmente representados en una biblioteca en la que no falta– ha ninguno de los clásicos antiguos. Pero San Pablo tenía además historias "modernas" de la antigüedad como los catorce volúmenes en francés de Charles Hollin, que estudió a fondo la historia de los egipcios. cartagineses y asirios. y el Im periuni Orientole sioe Antiquiuites Constantinopolitanae de Anselmo Ban– duri, que apareció en París en 1712. Las historias de España y su imperio ocu– paban naturalmente un lugal' preferencial en la Biblioteca de San Pablo. El Ice- 18 lbid. ff. -Ll6. ,t27, ·J:c15, ;')76-.;78. 582. 5()l\. 600. ] 1) tu«, ff.l~6. 574·578. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.21, 1971
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