Fénix 21, 44-57
'\JARIAXO .lOSE DE ARCE 51 accion a la causa dc la cmancipación dc los pcruanos, SIno quc también se había distinguido como hombre de versación en las materias de la filosofía, de la literatura. de la historia y del derecho político. Arce debía pues poner en acción los ideales quc habían enunciado sus fundadores, San Martín que había confirmado la decisión peruana por la inde– pendencia, el ideólogo moderno GarcÍa del Río que había redactado los funda– mentos del decreto y el consenso general quc apoyaba la creación de un cen– tro destinado a la ilustración que constituye el sustentáculo de la libertad. La labor quc desarrolló Arce en esos primeros meses para estructurar el nuevo establecimiento. debió ser ímproba. El gobierno puso a su disposición las recursos económicos necesarios para montar la institución, no obstante los requerimientos de las campañas militares y las dificultades del Erario Público y Arce cumplió con ese cometido en el plazo brevísimo de 6 mescs. El caudal bibliográfico que tuvo que acondicionarse fue probablemente muy considerahle, pues a la suma de más de 40,000 volúmenes que había constituido la antigua hiblioteea de los jesuitas, o sea la del Colcgio Mayor de San Pablo, la cual aún permanecía casi en su integridad en la Casa de San Pablo, cuyo local fue es– cogido para sede de la Biblioteca Nacional, debió agregarse los libros que remi– tió la Universidad de San Mareos, requerida a su vez para entregar su local en la Plaza de la Inquisición destinado a instalar el Congreso Constituyente, más el legado de la biblioteca personal del propio San Martín y otros legados de par· ticulares que entonces se recibieron, entre los que se cuentan los de Unanue, 01– medo, Monteagudo, Pérez de Tudela, los cedidos por el Cabildo y los Conven– tos. los de José Cavero y Salazar, la familia Vergara y los de don Joaquín Bonet y don Martín de Osambela, este último muy copioso a juzgar por los gas– tos que demandó su traslado durante varias semanas al local de la nueva hiblio– teca. A esas donaciones se agregaron después las remesas de libros y mapas ad– quiridos en Londres, por encargo del Gobierno del Protectorado quc cumplie– ron los plenipotenciarios Juan García del Río y Diego Paroissien (S). El conjunto debió dar no menos dc unos 100,000 volúmenes, según nuestros cálculos (9). Debió atender asimismo a la adaptación y remozamiento del local, a la procura del mobiliario para poner el conjunto en condiciones de prestar inmediato servicio público, el cual se inició en la fecha de inauguración de la Biblioteca Nacional el 17 dc setiembre de 1822. Arce trabajó calladamente y en la ceremonia de la inau– guración improvisó un discurso pucs no había tenido tiempo disponible para es– cribirlo. Podemos imaginar sus palabras en ese acto en quc debió afirmar que habta cumplido su misión en tiempo limitado pero con el sacrificio que impone la g Las nn-nuiouadas donaciones de libros constan en la Gcceta del Cobierno de.Lüna v la de Martín de Osambelu cn la relación de gastos que se guarda en el Archivo Nacional del Pcní. en M5. <) La relación pormenorizada de los libros donados por el General San Martín consta en los documentos trnscritos y glosados ]lO!' Alberto Tauro. en el estudio citado: "1,a funda– ción .. ", 19;31. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.21, 1971
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