Fénix 21, 44-57
MARIANO .lOSE DE ARCE 57 Un cuarto de siglo más tarde, el 31 de diciembre de 1848, en el discurso panegírico que pronuncia en la iglesia de San Franciseo de Lima, con motivo de la celebración del aniversario de la batalla de Ayacucho, organizada por la Sociedad Patriótica de Fraternidad, Igualdad y Unión, repite la misma idea al invocar: "¡Eterno Dios, trino y uno, Grande Haeedor del Universo, a quien como tal reconocieron los antiguos peruanos con el sagrado nombre de Pachacamac ... ". (1(;). En esta invocaeión de Pachaeamac eomo el Dios de los perua– nos, está mareado el sello del sentimiento de peruanidad que alentó todas sus obras y proyectos. Su amor al Perú sc revela también en el recuento que hacc en ese paregírico de 1848, al presentar el cuadro descarnado de las grandezas y miserias que la patria ha experimentado desde 1809, en que según él se empe– zó p conspirar y trabajar por la independencia, hasta 1848, en que al parecer ha cesado la anarquía y la lucha de facciones pero aún subsiste "la inercia, la inac– ción y casi la muerte. .. y la miseria pública crece a medida de la licencia en las costumbres y el odio al trabajo y a la moderación". (17). Sus palabras tienen algo del tono acusador de Vigil y del eco admonitorio de un González Prada, en esos años del medio siglo en que empieza a diseñarse la segunda república. Pero al parecer serían esas sus últimas expresiones pues ya no aparecerá otra muestra de su voz y de su pluma. Un día del mes de marzo de 1852, bordean– do los 70 años de vida, Arce dejó este mundo. El acontecer dc su muerte no tuvo mayor resonancia. Algún periódico dió escueta noticia de ella (18) Y otros nada dijeron. La memoria de los hombres es débil y además, muchos de sus contemporáneos 10 habían antecedido en el tránsito. Los datos sobre su vida andaban descabalados y dispersos. Sólo 75 a110S más tarde escribieron su sem– blanza o su elogio, Raúl Porras Barrenechea o Francisco Mostajo en), y lo restablecieron en el sitial correspondiente que la historia le ha reservado con justicia. Su ejemplo ha traspuesto la barrera de los años. Su biografía es la historia misma de la Independencia vista desde el ángulo peruanista. Pero la Biblioteca Nacional del Perú estaba todavía en deuda con quien fue su primer dirigente, su inspirador y su guía en sus iniciales pasos. Y esta deuda la can– celamos hoy con medios modestos pero con elevado propósito de mostrar sus rasgos ejemplares. ]6 M. J. de Arce. Panegírico pronunciado en la reumon dc la Socicdad Patriótcia de Fra– ternidad. Igualdad y Unión. el 3].]2.18411. En El Comercio. Lima. 2 de enero. 1849. aiio XL N? 2853. 17 Ihid. 111 Noticia consignada en El Comercio. Lima. 12 de marzo de 11152. 19 Francisco Mostajo. "Elogio de Mariano José de Arce". En El Derecho. órgano del Colegio de Ahogados de Arequipa. agosto de 1931, aiío XVI. N'? 120. pp. 2113-318: y Raúl Porras Barrenechea. obra citada. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.21, 1971
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