Fénix 21, 62-74
72 I'ENIX facetas de la vida y de la obra dc Vigil, merecedoras, por cierto, de uno o más volúmenes de investigación (10). Nuestro propósito está vinculado directamen– te, por cierto, con el sesquicentenario del establecimiento que él regentó y que por tiempo tan excepcionalmcnte largo le ofreciera un refugio seguro y pacífi– co. Pero hay algo más. Durante la primera mitad del presente siglo, este escritor qucdó, dc hecho olvidado, salvo en lo concerniente a la famosa acusación al Presidente Gamarra en 1832. Sólo algunos eruditos se acordaron de él. La opinión general fue que los asuntos acerca de las relaciones entre el Estado y la Iglesia católica así como la estructura misma de ella que tanto le preocuparon, habian perdido interés. Las cuestiones relacionadas, por ejemplo, con el recurso de fuerza, el pase de bulas, la prohibición de Iihros, el toque de campanas, los gastos funerales, la fijación del nú– mero de eclesiásticos, la erección de Universidades, la colación de grados en ellas, el fuero eclesiástico, los diezmos, Ios "derechos dc sepultura", para no enumerar sino algunas de las que trató, fueron consideradas resueltas y concluidas, llar cierto, en la mayor parte de los casos, en el sentido que Vigil propugnó. Se creyeron tamo bién ociosos los debates entre el poder temporal y el poder espiritual. Como, por otra parte, el autor de la Defensa careció en todo momento de brillo literario, de magia expresiva, de brillo seductor, su erudición farragosa sirvió como pretexto ]Jara no leerlo, sin analizar en todo lo que hubiera sido deseable su tremenda fuer– za polémica. Un escritor tan afín a él como González Prada, sin mengua de su respeto, llegó a escribir en 1890 que, ante su más valioso escrito cl inédito acerca de "La religión natural", "El lector menos maligno disfruta el placer de son– reírse, ya que no tiene la felicidad de convencerse". Ocurre, sin embargo, en la actualidad que algunos de los temas Iundamen– talee tratados por el polemista tacncño con suma osadía y con inquebrantable constancia en un país atrasado y sin grandes centros de cultura, hace tantos años, entre fines de la cuarta y comienzos del la sétima década del siglo XIX, sin haber salido en realidad nunca de él, salvo un corto viaje a Chile, adquie– ren palpitante actualidad: el papel ele la Curia Romana, las atribuciones del Papa y de los obispos, la vida sacerdotal, el celibato eclesiástico y otros. En ese sentido, cabe hablar hoy, hasta cierto punto y guardadas las distancias. de una nueva actualidad de Vigil. El habría visto con júbilo las protestas de sacerdotes y laicos por la encí– clica Humanae Vitae de 29 de julio de 1968 que condenó el control de la na– talidad, actitudes en donde, tácita o expresamente, se afirma el derecho a la libertad frente a la autoridad y se plantea limitaciones al derecho del Papa; la 10 El único libro orgánico sobre él publicado hasta ahora es el de Carlos Alberto Gon– zález Marín, Francisco de Paula Conzález Vigil, el precursor, el [usto, el maestro, Lima. Politécnico Nacional, 1962 con numerosos documentos inéditos o poco conocidos. El autor tiene expedita una versión muy revisada de este valioso trabajo y es de desear que ella eneuen– tre un editor comprensivo. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.21, 1971
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